Miles de libaneses continúan en las calles de Beirut y las principales ciudades del país en el séptimo día de protestas contra de la corrupción y las malas políticas del gobierno, en las que se cuentan más de una veintena de heridos, según informó la Cruz Roja de Líbano.
Las protestas en el país cumplen una semana y se iniciaron tras un intento del Gobierno de fijar un impuesto a las llamadas telefónicas a través de Internet, lo que detonó que miles de libaneses salieran a las calles, pese a que las autoridades anunciaran el martes una batería de reformas económicas con el presupuesto de 2020.
La Cruz Roja de Líbano informó este miércoles que son más de 20 los heridos tras los enfrentamientos con el Ejército. En tanto, las autoridades intentan reabrir las rutas en Kesrouan y Metn, en el centro del país, tras una semana de manifestaciones contra del Gobierno.
El primer ministro, Saad Hariri, dijo el lunes que se redactarán nuevas leyes antes de fin de año para «recuperar los fondos saqueados de Líbano» y para «establecer una autoridad para luchar contra la corrupción», entre otras iniciativas que buscan poner fin a este problema endémico, informó la agencia de noticias EFE.
Entre las medidas anunciadas también está la promesa de reducir los problemas de abastecimiento de electricidad aumentando el presupuesto dedicado a este sector, además de controlar los fondos destinados al agua y a la construcción para evitar despilfarro. Casi 30 años después del fin de la guerra (1975-1990) las autoridades no lograron garantizar el suministro constante de agua y luz, y el Líbano es uno de los países más endeudados del planeta con 86.000 millones de dólares en números rojos, alrededor de un 150% de su PIB.
El gobierno también anunció una serie de medidas sociales y crear una autoridad sectorial para la electricidad y los sectores de telecomunicaciones, aviación civil y Bolsa de Beirut y reducir los salarios de presidentes, ministros y diputados, actuales y pasados. Sin embargo, lo manifestantes ponen en entredicho el sistema confesional que rige en el país y exigen su fin, además de una vida digna, trabajo, infraestructura y un gobierno y autoridades responsables.
Líbano está regido por un sistema confesional en que los principales cargos del Estado están repartidos entre las 18 comunidades religiosas reconocidas, que además controlan el estatuto de las personas.