La reconocida periodista estuvo en Rosario para presentar "La sirena", su última novela, y habló de su actualidad profesional
Por Mario Luzuriaga
Florencia Etcheves es una reconocida periodista de policiales que brilló en la señal TN, donde fue «discípula» de Enrique Sdrech y compañera de Ricardo Canaletti, dos especialistas en la materia. Con 25 años en la profesión y, específicamente en el tema policiales, desarrolló sus dotes de escritora y se animó a redactar una serie de novelas, que hace reflotar el género del policial negro.
Gracias a su experiencia en campo, Etcheves logra en sus historias detallar a la perfección los crímenes que aparecen en sus historias y la personalidad que tienen sus protagonistas. Su primer novela «La virgen en tus ojos», hizo que la escritora siga con su saga de «Los crímenes del Sur», titulado en Europa, que se componen por la ya nombrada y «La hija del campeón» y «Cornelia».
Es por «Cornelia» que el cine nacional se interesó y se realizó su adaptación cinematográfica llamada «Perdida», que fue protagonizada por Luisana Lopilato, que tuvo un éxito mundial por su subida a la plataforma Netflix.
Etcheves estuvo en Rosario para presentar «La sirena», su última novela, que es una secuela de «Cornelia», que fue concebida por azar. La periodista habló de su novela y su actualidad profesional con CLG.
—¿Qué te llevó a escribir esta secuela de tu libro «Cornelia»?
—Fue muy raro lo que me pasó, de hecho al final del libro «La sirena» hay una nota de la autora en donde cuento otra situación. Yo estaba escribiendo otra novela que tenía que ver con el mundo de las actrices, también policial que no tenía que ver con «Cornelia», ni con ninguna de las novelas que había escrito antes. En enero de este año me invitaron a la «Barcelona negra», el festival de novela negra de Barcelona, y fui. Uno de los días que estuve era domingo y busqué algo para hacer y me pareció divertido conocer los pueblos medievales que quedan en los pirineos. Fui ese domingo a las 7 de la mañana manejando hasta Los Pirineos y llegué a un pueblito que se llama Besalú, en donde no había absolutamente nada. Viven 2 mil personas, gente grande, hay mala señal de Internet, no hay nada. Y estaba caminando por ahí y con la mentalidad de novelista, y me decía «Si uno cometiera un crimen, qué gran lugar para esconderse». Entonces me topé con un puente escritos y vi uno muy grande que decía «Nadine». Ese es el nombre falso que usaba «Cornelia» y eso me pareció interesante, porque podría aparecer en un pueblo como este. Igual no le dí importancia.
—¿El nombre «Nadine» lo usaste como vía de escape de esta chica para que se convierta en una nadie?
—No lo pensé, es interesante lo que decís, me surgió de la nada. Siempre me seguía rondando por la cabeza el nombre y fui a tomar un café a un bar del lugar y le pregunté si hay algún lugar para conocer. Me dijo que había un museo que se llamaba «Casa Cornelia» y ahí mismo fue donde dije que tenía que retomar la historia. Me quedé sorprendida, no tenía idea de escribir una una secuela y la idea me buscó a mí. Cuando volví llamé a mi editora y le conté lo que pasó y así nació «La sirena».
—Tus historias hacen acordar a Dan Brown (NdR: autor de «El Código Da Vinci», que utiliza a un mismo protagonista en varias de sus novelas), en este caso son policías que emprenden una investigación. ¿Te sentís identificada?
—No, pero lo que le reconozco a Dan Brown que es un tipo que escribe para todos los públicos. Tiene una manera de escribir que tiene un ritmo ágil, de capítulos cortos, que no se detiene demasiado en las descripciones largas, salvo cuando son necesarias o las usa para meterte las pistas por debajo, y pasan de largo porque estás en otra cosa. Es ahí donde hay un puntito de contacto, no más que eso. Hay chicos jóvenes que se acercaron a la lectura por mi libro y eso me gusta mucho.
—¿Por qué te gusta ser una autora de libros de reposera?
—Me gusta mucho pero generalmente hay una especie de descripción peyorativa en los libros de verano. A mí me parece un honor, porque estamos viviendo en un momento especial en nuestro país y veo como la gente le cuesta ahorrar unos pesitos para ir al mar o al río y que en un ratito de ese descanso me lo dedique a mí es un verdadero honor. Me encanta poder ocupar el momento de relax que se demoró tanto en llegar, es un halago.
—¿Te gusta cuando recibís las devoluciones del público?
—Sí, todo el tiempo y me parece genial cuando se contactan conmigo por redes sociales e interactúan con el libro. Me gusta mucho cuando me mandan trabajos que se hicieron en escuelas secundarias con mis libros. Abordaron la temática de trata de personas con «Cornelia» y realmente está bueno. Se generan un montón de desprendimientos de los personajes que son increíbles.
—Te nutriste en una escuela periodística increíble para ser la escritora de estos policiales. Menciono a Enrique Sdrech y Ricardo Canaletti como compañeros que has tenido a lo largo de los años.
—Haber estado ahí es mi caja de herramientas que yo tengo para escribir ineludiblemente. Siempre recurro a las notas periodísticas y a los lugares donde estuve, es como que la tengo fácil, ya que generalmente un escritor que tiene que escribir una novela policial tiene que consultar cómo es una escena del crimen o un velatorio, yo tengo la suerte de haberlo visto. Y a las fuentes periodísticas que tenía les consulto sobre la escritura de mis libros.
—Has cubierto un montón de noticias y una que impactó mucho fue cuando fuiste a México por un caso de trata de personas.
—Eso fue en Ciudad Juárez, México, donde había cruces rosas en medio del desierto; fue un documental sobre las mujeres asesinadas en 2007. Es una ciudad que está en la frontera de México con Estados Unidos, de un lado tenés El Paso (Estados Unidos) y Ciudad Juárez del otro. Ves el puente lleno de rejas y es muy impresionante, allí hay un desierto muy grande donde aparecen cuerpos de mujeres. Cuando vas caminando por el centro, que es muy bonito, veías en los postes y paredes las fotos de las chicas desaparecidas y eso te hiela la sangre. También ver a esas madres que van al desierto con bolsas a recoger huesos y las llevan a analizar. En ese entonces estaba trabajando el equipo de antropología forense de Argentina, que estaban prestando colaboración en esas causas. Hay una mezcla de narcos y trata de personas muy grave allí.
—Imagino que esta experiencia fue la que te movilizó para adentrarte en la lucha del feminismo.
—En realidad fue una acumulación de cosas, desde chica cubrí violencia machista, vengo cubriendo femicidios desde que se los nombraba como «crímenes pasionales». Cuando una mujer era asesinada por su marido se decía que era un tema de ellos o problemas personales, pero con el paso del tiempo fuimos aprendiendo que la violencia contra la mujer no es un problema personal, sino que es un problema social. Desde esa época me interesaban esos casos y con el tiempo por suerte toda la sociedad abrió los ojos con todo esto. Yo sentí que teníamos que hacer algo y en 2015 era terrible la cantidad de mujeres muertas que hubo. Una colega lanzó un tuit que me hizo interpelar a mí misma y en ese momento empezó la maquinaria de juntarnos con otras mujeres y así poder armar la primera movilización del #NiUnaMenos en junio de 2015, fue uno de los momentos más fuertes de mi vida.
—Volviendo a tus libros, ¿cuál fue tu participación en el rodaje de «Perdida»? (NdR: adaptación cinematográfica de la novela «Cornelia»)
—En «Perdida» no participé de la adaptación, no participé del guión. Ellos adquirieron los derechos y ellos me pasaban los diferentes guiones y me invitaron al rodaje. Estuve en San Martín de los Andes, en Islas Canarias y Buenos Aires; pero lo hice como una espectadora. Ahora en la película que se terminó de filmar, «La corazonada» basada en mi novela «La virgen en tus ojos», y ahí soy guionista. Los protagonistas son Luisana Lopilato y Joaquín Furriel y se va a ver exclusivamente en Netflix el año que viene. Es una precuela de «Perdida», donde Pipa está recién recibida y explorar también al personaje de Joaquín Furriel.