Cientos de personas asistieron a los funerales realizados en el este de Afganistán en memoria de las 66 víctimas fatales de un atentado contra una mezquita durante el rezo del viernes.
El vocero de la gobernación de Nangarhar, Attahullah Khogyani, dijo que la explosión en la localidad de Jawdara hirió además a 36 personas y señaló que no estaba claro si la mezquita fue atacada por un extremista suicida o por algún otro tipo de bombardeo. Agregó que 10 heridos ya fueron dados de alta del hospital. Los habitantes del lugar dijeron que había más de 100 fieles al momento del ataque, cuyo autor se desconoce.
Una de las hipótesis es que el hecho podría estar vinculado al grupo talibán o el Estado Islámico, que están activos en el este de Afganistán, especialmente en Nangarhar. Sin embargo, Zabihullah Mujahid, vocero de los talibanes salió a repudiar al ataque, en un comunicado en el que lo calificó de delito grave.
El secretario general de la ONU, António Guterres, condenó «fuertemente» el ataque y dijo que los responsables deben rendir cuentas. El subdirector de Amnistía Internacional para Asia del Sur, Omar Waraich, dijo que el ataque «exige la atención del mundo».
«Las violaciones flagrantes del derecho internacional humanitario, como los ataques deliberados contra civiles, no son algo a lo que nadie debería acostumbrarse o aprender a ignorar», dijo, citado por la cadena de noticias CNN. La violencia se produce dos días después de que la ONU publicara un informe que revela cifras récord de muertes de civiles en los últimos tres meses.
«Las bajas civiles en niveles récord muestran claramente la necesidad de que todas las partes interesadas presten mucha más atención a la protección de la población civil, incluso a través de una revisión de la conducta durante las operaciones de combate», dijo Tadamichi Yamamoto, representante especial del secretario general de la ONU para Afganistán.