Los procesos de erosión hídrica y eólica avanzaron en el último cuarto de siglo hasta ocupar un 36% del territorio argentino, de acuerdo con un estudio del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y del Centro para la Promoción de la Conservación del Suelo y del Agua (Prosa).
El dato surge del Manual de buenas prácticas de manejo y conservación del suelo y del agua en áreas de secano, presentado recientemente por el INTA y el Centro para la Promoción de la Conservación del Suelo y del Agua (Prosa) de la Fundación para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Fecic).
El proceso de erosión representa 100 millones de hectáreas, distribuidas en áreas agrícolas de la región húmeda y subhúmeda y, también, en la zona semiárida y árida con bosques nativos y pastizales.
“Estamos perdiendo no sólo aquellos suelos que son la base de la producción agropecuaria del país, sino que descuidamos los servicios ecosistémicos que nos prestan”, alertó Roberto Casas, especialista en manejo de los suelos y uno de los editores del libro.
“Sabemos que, a partir de 1970, los suelos de la región Pampeana sufrieron una extraordinaria transformación debido a la actividad agrícola”, señaló Casas, y agregó que “la adopción de tecnología moderna, sumado al desarrollo de nuevas formas de producción, aceleraron los procesos de degradación”.
Indicó que en los últimos años se produjo una simplificación extrema de los sistemas productivos pampeanos y extrapampeanos, con un paulatino reemplazo de las rotaciones tradicionales por el monocultivo, y destacó que “esta tendencia a la realización de un solo cultivo tuvo un impacto desfavorable sobre las funciones del suelo y la sustentabilidad del agroecosistema”.
De acuerdo con el especialista, la rotación promedio para la región pampeana se componía de, al menos, tres años de soja de primera, un año de doble cultivo trigo (u otro cereal de invierno), soja y recién al quinto año podía incluir maíz o sorgo.
“En los últimos años, el esquema cambió hacia uno con mayor participación de gramíneas en una rotación de tres años: trigo-soja, maíz y soja de primera”, explicó.
En este sentido, Casas resaltó el protagonismo que están cobrando los cultivos de cobertura en las rotaciones agrícolas, y dijo que “se sumaron 338.200 hectáreas a escala nacional de cultivos que protegen el suelo y brindan servicios ecosistémicos”.