Por Leo Ricciardino
El dato de esta semana del Indec es contundente: el 60% de la población económicamente activa del país gana hasta 20 mil pesos. Marca además el deterioro redistributivo que se vivió en la Argentina en estos últimos años. Estos indicadores, junto a la caída del salario real en dólares (bajamos del primero al cuarto lugar en América Latina en tres años), dan una idea cabal de hacia adónde condujeron a la nación las políticas públicas de Cambiemos.
El problema del gobierno es con los trabajadores. No porque haya alguna inquina específica, sino porque éstos disputan la renta. Y en ese tironeo se pasó de representar (la masa salarial completa) el 50% del PBI en 2013, a poco más de 30% en estos días.
La recuperación de estos indicadores será difícil pero no tan lenta. Sin magia, pero con el Estado orientado a revertir la situación, se empezará a frenar la caída. Hoy las empresas están endeudadas, provocan despedidos, no tienen ventas y poseen una alta capacidad ociosa instalada. Pero la crisis también se ve en los municipios que no pueden pagar sueldos, en la financiación a través de la deuda con los contratistas, en el freno absoluto a la obra pública. Como dijo el gobernador de San Juan Sergio Uñac, “ninguna provincia puede salir adelante por sí sola sin un proyecto nacional”. Y eso se está viendo claramente en estos momentos en una provincia rica como Santa Fe que, a pesar de su potencial, sólo tiene el sostén de sus recursos propios en un 40%. El resto depende de la nación, y la nación acaba de hacerle un agujero fiscal de más de 10 mil millones de pesos que sumará al déficit operativo de 20 mil millones para fin de año con el que se encontrará Omar Perotti cuando asuma el 10 de diciembre.
La crisis no se detiene y el bono de 5 mil pesos para los empleados del sector privado es otro fiasco para los bolsillos de los trabajadores que perdieron más de 14 mil pesos desde la devaluación post Paso que se vivió en el país.