Por José Odisio
El Clásico no es un partido más. Despegarse de las obligaciones que este partido genera puede ser un error imperdonable. Y si se le agrega el valor doble que le otorga a los puntos la pelea en la tabla de promedios, la necesidad de un buen resultado pasa a ser decisiva.
No hay dudas que Newell’s está bien. Llega fortalecido por resultados y por juego. Y sin el condicionante de años anteriores donde una pelota parada podía arruinarle la vida. Los temores pueden pasar por saber cuánto le dolerá la salida de Mauro Formica, y si Kudelka puede lograr que el equipo se muestre fuera del Coloso con la misma postura dominante, algo que por ahora no tuvo solución.
Los dueños de las teorías conspirativas en lo bares y en la calle aseguran que el empate «está arreglado». La conveniencia de ambos por este resultado puede ser seductora, pero el valor de un triunfo puede ser decisivo desde lo anímico para dispararse hacia arriba y olvidarse rápido de esa tabla de promedios que angustia.
Tal vez si al promediar la segunda parte el choque no está definido, los resguardos para no perder determinen un duelo en tablas. Pero, acaso eso no iba a pasar en 2016 y Maxi sacó un gol de la galera y apareció la única victoria leprosa de la década? «Yo juego para ganar», expresó Kudelka. Tal vez en esa confianza empiece Newell’s a construir una victoria que tendría un valor incalculable.