Por Leo Ricciardino
Es claro que el presidente Mauricio Macri no estuvo estos días en el gran Rosario para poner en marcha una “revolución ferroviaria” como pintan desde esferas oficiales. Lo que se inauguró en Oliveros es un tramo de la reparación de vías del Belgrano Cargas: una inversión de 50 millones de dólares de los cuales el 70% los pone el sector privado. Y es justo que así sea porque serán los grandes grupos agroexportadores los verdaderos beneficiarios de la obra que no tiene impacto directo en la gente de la región ni en materia de empleo ni de transporte. Son sólo cargas y nada más que granos, no tiene nada que ver con “la mesa de los argentinos” como dijo el presidente a la prensa.
Es un avance porque sacará con cada formación unos 250 camiones de las rutas para que haya más seguridad y también es posible que contribuya a solucionar el problema de los pueblos cercados en épocas de cosecha, a la altura de los puertos de la región Rosario.
No está mal la inversión en este tipo de infraestructura estratégica, el problema es que sea la única inversión que exista ya que el gobierno nacional descartó de plano poner dinero en la reactivación de los trenes de pasajeros. Como sucede desde el principio de esta gestión nacional, todo va para la reprimarización de la economía. Nada para el mercado interno, la industria y la producción en general que son las que explican el 80% del empleo en el país.
El modelo es Vaca Muerta: Una gran inversión público/privada para extraer petróleo y gas no convencional, pero para transformarlo en un commodity para exportar, dejando de lado el mercado interno y los precios dolarizados de la economía nacional. Pasa con la soja, el maíz y el trigo. Esta semana también se festejó la exportación de harina a China, pero para las familias de este país un alimento tan vital como el pan ya se transforma en un producto inaccesible.
Tras la derrota contundente en las PASO el gobierno se muestra dispuesto a hacer la mímica de acompañar a la gente. Pero es sólo eso, una mueca tardia.