Análisis
Opinión

Por Diego Añaños

Fuego amigo


 

Por Diego Añaños

Con fecha 14 de junio de 2018, hace algo más de un año, Federico Sturzenegger presentaba su carta de renuncia al presidente Mauricio Macri. En la misma, más allá de los agradecimientos de rigor, el presidente saliente del Banco Central de la República Argentina (BCRA) decía: “En el tiempo que trabajamos juntos, he sentido su respaldo a mi persona de manera inquebrantable”. Confieso que, desde ese momento, esperaba pacientemente que Sturzenegger comenzara a desdecirse.

Pasó un tiempo considerable, y se sucedieron las crisis, sin embargo nada parecía destemplar su ánimo. Pero bastó que un fracaso electoral sepultara definitivamente las aspiraciones presidenciales de Mauricio Macri para que el inefable Federico comenzara a recordar. Hombre de reacciones lentas. Tardó más de seis meses en renunciar luego de la vergonzante intervención del Banco Central el 28 de diciembre de 2017, y ahora, cuando la figura de Macri está en declive, descubre que el programa económica no tenía destino.

En un extenso paper de 58 páginas, presentado en Brookings, un think tank con sede en Washington, el economista desmenuzó la gestión económica de Cambiemos para intentar explicar su estrepitoso fracaso. Tal es la profundidad de la severidad de los juicios que el diario La Nación, en un artículo editorial sin firma, la calificó de «autopsia». A lo largo del artículo se hace un racconto de las numerosas fallas de diseño de la política económica (tanto la fiscal como la monetaria). Pero sin dudas lo más relevante es donde se afirma que los resultados negativos no se deben a los desequilibrios que dejó el gobierno anterior (la pesada herencia), ni a acontecimientos externos inesperados (las tormentas). A fin de cuentas, concluye, la culpa reside en las decisiones que se tomaron.

Carlos Melconian, por su parte, tampoco se privó de castigar al gobierno y a sus propios colegas, incluido Sturzenegger. En un libro publicado recientemente, titulado “Cantar la justa”, revela las internas de la gestión económica de Cambiemos y reparte críticas. Incluso ridiculiza a algunos de sus compañeros de ruta. Y hasta confiesa que en sus diálogos con el presidente Macri le decía: “No tengo día y hora, pero esto choca”. Al igual que Federico, se tomó su tiempo…

Flaco favor le hacen a Hernán Lacunza, que en breve debería comunicarse con Alejandro Werner, director del Hemisferio Occidental del FMI, para acordar una visita que tendría lugar entre los días 26 y 28 de éste mes en las oficinas del organismo en Washington. El ministro está a la búsqueda de que el Fondo libere finalmente el pago de U$S5.400 previsto para septiembre, aunque todo hace pensar que eso no va a ocurrir en el corto plazo. Según sostienen desde los Estados Unidos, el desembolso no se producirá hasta tanto no se produzcan dos hechos: el primero, es la llegada de la, hasta ahora segura, nueva directora del FMI, la búlgara Kristalina Georgieva, y el segundo, la realización de las elecciones generales del 27 de octubre en la Argentina.

Mientras tanto, Lacunza tendrá que hacer frente a la inestabilidad financiera y cambiaria con recursos propios, y sostenido por un acuerdo político hasta ahora no hecho público, pero que sin dudas existe. Algunas versiones sostienen que el desembolso se haría efectivo antes de fin de año, pero luego de asumido el nuevo gobierno.

La otra noticia relevante de la semana se vincula con la presentación del Presupuesto 2020. Nuevamente el gobierno sorprende con un proyecto inconsistente. Recordemos que tanto el Presupuesto 2018, como el 2019 mostraron groseros errores de estimación.

En 2018 el gobierno estimaba un crecimiento del PBI del 3,5%, una inflación del 15,7% y un dólar de $19,3. Finalmente el PBI cayó un 2,5%, la inflación fue de un 46,7%, y el dólar a $39. El Presupuesto 2019 proyectaba un caída del PBI del 0,5%, una inflación del 23% y un dólar de $40,1. Si bien aún no tenemos los números finales, no existe ninguna proyección que siquiera se acerque a esos números. La mayor parte de las consultoras estiman una caída del producto por encima del 1%, una inflación de alrededor del 55%, y el último Relevamiento de Expectativas de Mercado del BCRA, mostraba que los agentes económico-financieros esperan un dólar de $66,7 para diciembre.

Para 2020 el gobierno espera un crecimiento del PBI del 1% (cuando el FMI espera una caída por encima del 1,2%), una inflación del 34% y un dólar de $67. Decíamos que era inconsistente porque es imposible pensar que una inflación del 34% no se traslade de algún modo a la cotización de la moneda estadounidense. De hecho, hoy estamos en alrededor de $57,5, y aún resta un crecimiento del índice general de precios de aproximadamente un 20%, la cotización debería rondar los $70. Debería ocurrir un hecho sobrenatural para que una inflación del 34% no produzca ningún efecto sobre el tipo de cambio nominal.

Una pregunta queda flotando en el ambiente más allá de las inconsistencias, y es si el gobierno conserva la fuerza suficiente como para aprobar un presupuesto que deberá administrar el presidente entrante. Daría la impresión de que cada día crece más la certeza de que el Presupuesto 2020 se votará en sesiones extraordinarias luego de la asunción de Alberto Fernández, y con la nueva conformación de las cámaras legislativas.