El jefe del bloque socialista en Diputados de la Provincia, Rubén Galassi, habló sobre la posible construcción de una nueva alternativa política para “combatir” al macrismo en Santa Fe. “Debemos dejar de enrostrarnos las diferencias y avanzar en las coincidencias, porque que no gane Cambiemos depende de nosotros, disparó.
Galassi mantuvo una extensa charla con Rosario 12, en donde habló de todo y no dudó en manifestar que «las posibilidades de que ciudad y provincia tengan el mismo signo que el gobierno nacional son concretas».
— El senador provincial Miguel Cappiello dijo que el Frente Progresista como tal, como fue concebido en la época de Horacio Usandizaga y Guillermo Estévez Boero, se extinguió y ya hay que pensar en otra cosa…
— El Frente Progresista es una fuerza viva y dinámica que ha sabido afrontar las distintas coyunturas durante los 20 años que transcurrieron desde que se constituyó -por entonces la Alianza‑, sobre la base de valores tales como solidaridad, igualdad y presencia protagónica del Estado en las políticas. Muchos de los referentes que estaban en ese entonces ya no están, y muchos de los que tenían 10 o 15 años hoy son protagonistas en los ejecutivos provinciales y municipales. Eso ya le ha dado al propio frente una reconfiguración distinta pero sostenida en los mismos valores. Hoy estamos ante un nuevo desafío. No me gusta utilizar la palabra relanzamiento, sino que lo que hay que hacer es redefinir los objetivos, para determinar para qué está hoy el Frente en Rosario, Santa Fe y Argentina. Creo que el primer paso que hay que dar es discutir en profundidad pero teniendo en claro lo que está ocurriendo en el país.
— Cando surgió el Frente, el adversario político era el menemismo, que tiene un grado de semejanza con lo que se está viviendo hoy en la Argentina, pero tenía una base social diferente…
— Sí, pero la matriz económica que se aplicó en los 90 es la misma que a mi entender está aplicando Cambiemos, adaptado a esta realidad y legitimado por el voto masivo que fue ratificado en octubre pasado, incluso por una composición social heterogénea, que el menemismo también tenía: desde sectores del peronismo con raigambre en el escalón más empobrecido de la sociedad hasta sectores dominantes de la economía del país, como los Alsogaray y Cavallo.
— Y también de la clase media…
— La clase media siempre tuvo dos sectores, uno de ellos que fue fuertemente crítico y que sostuvo las primeras alternativas de confrontación con el menemismo. Creo que hoy también hay sectores medios que apoyan a Cambiemos, pero también hay otros sectores de clase media baja, sobre todo el de los asalariados, que no adhieren a este gobierno, que son los que están pagando las consecuencias de este modelo económico. En el contexto actual, el Frente Progresista en Santa Fe tiene que representar a quienes históricamente ha representado el Partido Socialista que son los trabajadores, los profesionales, los pequeños comerciantes, y en ese sentido, hay que empezar a tender puentes con todos aquellos que entienden que hay que construir una alternativa política, que no necesariamente tiene que traducirse inmediatamente en un frente electoral. No podemos estar pensando cómo va a ser el techo antes de hacer los cimientos, pero en vez de estar haciendo diagnósticos y lamentarnos por las cosas que suceden, creo que es tiempo de empezar a hacerlo, primero para solidificar la relación de las fuerzas que hoy están en el Frente, y después para convocar también a otros sectores sin estar pidiendo DNI ni haciéndoles un examen de ADN político. En la medida que sean hombres y mujeres honestos, solidarios, comprometidos con el trabajo colectivo y apuesten a que el Estado tiene que jugar un rol fundamental y no retirarse, creo que hay un amplio abanico para convocar.
— Hay dos cuestiones que son concurrentes. Por un lado, lo que a nivel nacional se genera como polarización entre peronismo o kirchnerismo y macrismo; y por otro lado, en Santa Fe, veníamos con una elección de a tercios pero después de los últimos resultados daría la sensación de que eso se termina y ahora es uno u otro: el macrismo por un lado, y del otro todo lo demás…
— Estoy convencido que hay que construir una alternativa a Cambiemos, y hay que hacerlo en Rosario y en Santa Fe. En ese sentido, no hay que a aspirar a construir todo a imagen y semejanza de uno, sino sabiendo que hay matices y que hay diferencias pero que hay que priorizar las cuestiones que nos unan, que son la defensa del protagonismo del Estado, la educación pública, la construcción de una salud pública ejemplar. Lo que queremos es defender este camino recorrido, y que tiene mucho más por recorrer, porque sobre la base del pasado y del presente tenemos que proyectar al futuro. Y en eso, creo que también hay que reconocer que hubo muchos dirigentes y muchos ciudadanos que apoyaron convencidos acciones del kirchnerismo, que son gente valiosa y que no tienen nada que ver con la corrupción escandalosa en la que han caído algunos ex funcionarios. Todas las fuerzas políticas tenemos errores y tenemos cuestiones criticables, pero hay que tener la capacidad de saber diferenciar y no poner a todos en la misma bolsa. Si compartimos el diagnóstico de que este camino que está tomando el país va a ser perjudicial para las grandes mayorías, no podemos estar enrostrándonos las diferencias, sino que tenemos que trabajar dando señales de confianza de que se puede confluir en algo que contenga a muchos sectores. Cuando uno esta en el territorio, y yo estuve ayer en barrio Ludueña con un grupo de madres, claramente no eran socialistas ni mucho menos, pero coincidimos en que más allá de que cuando vota lo hace para estar mejor, es claro que en las barriadas populares las cosas están peor que hace dos años y que tenemos que buscar la forma de ponernos de acuerdo para construir una alternativa para evitar que se siga este rumbo que es perjudicial para las grandes mayorías, y para eso no podemos estar enrostrándonos las diferencias en vez de trabajar para dar muestras de confianza.
— Esa convicción de que este modelo político‑económico va a en contra de los intereses de las mayorías, ¿qué nivel de anclaje tiene dentro del partido? Porque el gobernador Lifschitz no habla en esos términos…
— Miguel Lifschitz tiene una responsabilidad institucional pero es bastante crítico del rumbo que está tomando la economía del país. Después está claro que es el gobernador de los tres millones cuatrocientos mil santafesinos, y como tal muchas veces tiene que hablar en representación de todos ellos. Nosotros lo hacemos desde la representación partidaria, que es una mirada parcial, y también desde nuestro lugar en la Legislatura. Más allá de la mirada que uno pueda tener sobre particularidades, siempre tiene que anteponer y establecer cuál es la contradicción fundamental, y desde ese lado ver quienes estamos claramente en favor de una gran mayoría. Es importante no priorizar los nombres propios ni las superestructuras; uno puede empezar a dar señales mediante la coordinación del trabajo legislativo con otros bloques políticos como ha hecho Luis Contigiani en estos días, fijando posición y dejando en claro que hay que transitar el camino de las coincidencias y también dialogando mucho con las distintas expresiones de organización que tiene la sociedad como los gremios y los movimientos sociales. Se puede ir generando masa crítica y «afecto societatis». También es importante que los partidos progresistas y populares que tienen su representación en la ciudad de Rosario no tengan una mirada hipercrítica sobre el gobierno local, porque si ellos van a la raíz del proceso de gobierno de Rosario van a ser coincidentes en el 90% de las acciones que se están llevando a cabo. Si son honestos con su pensamiento, y entiendo que lo son, van a notar que se gobierna con un criterio de justicia social que es compartido.
— Sin embargo, es esa misma proporción la que se encuentra a la hora de analizar las votaciones en el Concejo con los ediles oficialistas y los del PRO para la mayoría de los proyectos aprobados…
— Ha sido para algunas cosas coyunturales. En general, nadie discute lo que se invierte en salud pública y en obra pública en los barrios. Entonces, hay que animarse en algún momento a no estar siempre buscando las diferencias e intentar arribar a un acuerdo sin diluir todo en lo mismo, porque siempre tener masa crítica es positivo, pero tratando de sostener en el tiempo proyectos de gobierno en Rosario y Santa Fe que son claramente distintos a los de Cambiemos. Caso contrario, siendo realistas y viendo las últimas elecciones, las posibilidades de que la ciudad y la provincia tengan el mismo signo político que el gobierno nacional son concretas; dependen de nosotros, que tenemos una gran responsabilidad porque somos gobierno en Rosario y Santa Fe, pero creo que también de muchos otros actores que pueden aportar.
— ¿No hay dos proyectos antagónicos o antitéticos dentro del Frente Progresista?
— Creo que los que hoy no comparten el proceso del Frente han decidido irse a Cambiemos. Entiendo que la mayoría de los que se tenían que ir se han ido, y estoy convencido que los que se han quedado comparten los valores del progresismo. Insisto, siempre hay miradas distintas, no necesariamente coincidentes respecto de quienes están o no enfrente, pero si hablamos del radicalismo, no tengo ninguna duda de que Maxi Pullaro, María Eugenia Schmuk, Jorge Henn están en la misma posición. Contigiani es para mí como el caso de Chiqui González y Angel Sciara en su momento. Son compañeros socialistas, no importa la ficha, y lo esta diciendo alguien con mas de 30 años de afiliado. Luis va al frente, lo mismo que mucha gente de la UCR y del PDP que no comparte el modelo del Presidente Macri.
— ¿La discusión pendiente por la reforma constitucional y la eventual posibilidad de reelección para el gobernador puede afectar la construcción de esa alternativa política?
— Hay que trabajar para reformar la Constitución provincial pero al mismo tiempo construir un camino en común entre todos los que creemos que el gobierno nacional está tomando medidas que a la larga van a ser muy negativas para las mayorías. Se puede trabajar en las dos instancias, pero si no hubiese consenso para la reforma, podemos seguir gobernando con la actual Constitución, que claramente tiene un perfil social. Poner a la reelección en primer lugar es invertir el proceso, porque tiene que ser el resultado de muchos factores que se tienen que dar. Primero hay que trabajar por la reforma constitucional, después ver si se en ese marco se habilita la discusión sobre la duración de los mandatos y explicitar ante la ciudadanía cuál es la posición que tiene cada grupo político sobre ese tema, y luego del resultado de esa elección constituyente habrá una convención que actúe en consecuencia.
— Se advierte que Lifschitz y Bonfatti tienen miradas diferentes sobre algunas cuestiones importantes a la hora de la construcción política…
— Es bueno que un partido no tenga liderazgos únicos sino que haya distintos liderazgos pero sobre todo que haya mucha vida interna y mucha respuesta e interacción con la sociedad; y en definitiva, ambos coinciden en las cuestiones centrales, en eso no hay diferencias.
— ¿Imaginás una fórmula mixta en las próximas elecciones, como por ejemplo un socialista y un peronista o un radical y un peronista? Porque ahí entra en juego el nivel de generosidad política…
— Mientras construyamos un camino en donde vayamos definiendo los objetivos y los planes de gobierno, los hombres y mujeres que después representarán ese proyecto necesariamente van a ser de distintas fuerzas políticas, y está bien que así sea. En 2019 se ponen en juego muchas cosas: la gobernación, las intendencias, diputaciones y senadurías provinciales; por lo que se necesita de un proyecto que necesariamente siga siendo transformador y convocante desde vastos sectores para que estén representados todos los espacios. Es el momento de imaginar nuevas formas de integración de gobiernos, plurales, y participativos.