Por José Odisio
La crisis en Newell’s se incrementa día a día. Y si no alcanzaba con los problemas económicos, la dirigencia se dio maña crear un conflicto interno que amenaza con desestabilizar al ya endeble orden institucional.
Las diferencias entre los directivos estaban, no fue algo que surgió de la nada, pero ahora se hicieron públicas a través de actos y declaraciones de dirigentes de peso, y todo estalló.
La grieta es profunda. Bermúdez siempre pareció cortarse sólo y eso molestó a algunos directivos. Y Juanjo Concina, al estar cerca del presidente, también cayó en la volteada. Y todo es un descontrol. Hoy resulta difícil entender quién está al mando.
Menchón pasó de renunciar a pedir la cabeza de Bermúdez. El presidente ya declaró que no va a renunciar, aunque algunos directivos dicen lo contrario. Cada parte busca imponer poder, pero ninguna tiene la fuerza política para manejarse sin la otra parte. D’Amico, de vacaciones, busca apaciguar las cosas y evitar un choque que derive en algunas renuncias que podrían incluso hacer analizar al juez en una posible intervención del club. Gravísimo por donde se lo mire.
En el medio Newell’s, golpeado, sin plata, sin figuras, con un Llop sin crédito y con una riesgosa y necesaria apuesta a juveniles. Y por lógica, estas peleas no ayudan. Y que se expongan públicamente menos. Y lo peor, es que Bermúdez y esta comisión tienen casi tres años más de mandato. Y deberían dejar los egos de lado, y guardar las energías para buscar que Newell’s salga adelante. Porque si entre ellos pelean…