Por Mario Luzuriaga
Irina Hauser, la periodista especializada en temas judiciales, llega este sábado a Rosario para presentar su último libro «Rebelión en la Corte». Será a las 11 en la librería Homo Sapiens (Sarmiento 829).
Destacada por su trabajo en el diario Página 12 e integrar el equipo de «Minuto Uno» que encabeza Gustavo Sylvestre, en esta oportunidad estará hablando de los últimos comportamientos de la Corte Suprema de Justicia, como ya lo había hecho en su anterior libro «Los Supremos». Además, es docente de Periodismo Especializado en Géneros y Experiencias II en la Maestría de Periodismo de la Universidad de Buenos Aires.
Antes de su presentación, Hauser dialogó con CLG sobre el libro y al respecto del futuro del Poder Judicial, de cara a las próximas elecciones presidenciales de octubre. .
—¿Cómo nació escribir esta especie de «segunda parte» de «Los supremos»?
—Uno veía un comportamiento sereno en la Corte pero con la llegada de Mauricio Macri a la presidencia, la primera medida que tomaron fue nombrar a dos jueces de la Corte por decreto, sin que pasara por el Congreso. Eso generó un hecho atípico y controvertido desde el punto legal, tal es así que después tuvieron que pasarlo por el Congreso, porque la Corte les quería tomar juramento. Yo habitualmente sigo los temas de la Corte para el diario Página 12, y es un tema que se convirtió accidentalmente en una especialidad. Fui mirando lo que pasaba en ese momento y terminó pasando que, en corto tiempo, ocurrieron muchísimas cosas que cambiaron lo que había hecho la Corte anterior que había designado Néstor Kirchner. Produjo cambios muy importantes en jurisprudencia y en temas cruciales, sobre todo ampliación de derechos. Entonces es como muy evidente que esta Corte hace movimientos que se adaptan al nuevo gobierno, en temas en particular.
—Por ejemplo, ¿con causas que tienen que ver con delitos de lesa humanidad, no?
—Claro y antes del fallo del 2×1 que beneficiaba a un represor, hubo otras cuestiones como la validez de la jurisprudencia internacional en cuanto a derechos humanos nos infiere a nosotros . Y obviamente con todo lo que tiene que ver con derechos de los trabajadores y un acercamiento al interés empresario, que contrarían jurisprudencia anterior.
—Haciendo alusión al título de su libro ¿Cuándo se produjo esta «rebelión en la Corte»?
—Más que una rebelión te hablaría de rebeliones, te diría que en realidad esas pequeñas rebeliones se empezaron a configurar cuando llegan los dos nuevos jueces, Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti, pero el momento crucial fue cuando lo derrocan a Ricardo Lorenzetti, hace un año. Es un momento donde los nuevos y, sobretodo Elena Highton de Nolasco con una posición muy particular, redefinen toda la situación de poder dentro de la Corte. No dejan que Lorenzetti termine su mandato, argumentando que tenía un estilo muy personalista en el ejercicio del poder, y eso afectaba el funcionamiento del tribunal. Entonces Rosenkrantz asume la presidencia y sabemos que es un hombre más cercana y aliada a Mauricio Macri. Pero al poco tiempo esto vuelve a cambiar, por eso digo que hay un estado de rebelión, porque las reglas cambian todo el tiempo. Sin cambiar a Rosenkrantz, aparece una mayoría que empieza a operar en diferentes cuestiones. Muchos la llaman «mayoría peronista» y genera un reglamento interno, el cuál le impiden a Rosenkrantz tome por sí mismo, decisiones que son muy cruciales para la corte. Son cuestiones que tiene que ver con la toma de personal, de presupuesto y cuestiones organizativas, en síntesis, lo vacían de poder.
—En resumidas cuentas se reservan resolver cuestiones que favorecen al Poder Judicial, pero en cuestiones que benefician al pueblo no.
—Podríamos decir que es algo así (risas). Van variando porque en cuestiones de tarifas fallaron a favor del bien social, sobretodo en los primeros tarifazos, pero después fue cambiando. En materia de jubilación, empezaron a hacer fallos interesantes a favor de los jubilados, como el «caso Blanco»; pero en el caso más grande, en el que está parado hace 10 años, en el que el por entonces era el Defensor del Pueblo, lo impulso para que se aplique el «caso Badaro» y no lo resuelven.
—¿Pensás que las Paso fueron impactantes para el funcionamiento de la Justicia?
—No vamos a encontrar un cambio muy profundo, pero si hay algo que se percibe, es un cambio de tendencia. En la Corte no son tan primitivos como para hacer un cambio a lo loco. Cuando asumió Macri los cambios fueron muy paulatinos, tal es así que no nos dimos cuenta, como lo que pasó con los derechos laborales. Nadie se va a «panquequear» de un día para el otro, ni con algo muy alevoso. Si hay un tema pendiente que es clave, que es el de las prisiones preventivas, pero no los veo resolviéndolo ya. Es gracioso porque los jueces que aplicaron la famosa «Doctrina Irurzun» para las prisiones preventivas, que metieron a más de 25 funcionarios presos, ahora por lo bajo la Corte tiene que revisar eso. Ellos mismos van a tener que pronunciarse por las prisiones preventivas en algún momento.
—También se habló mucho de una «doctrina judicial», como medio para desestabilizar o condenar a opositores.
—El ejemplo más cabal de eso es lo que ocurrió en Brasil y acá estuvimos mucho tiempo al borde de eso. A mi modo de ver, el Poder Judicial a protagonizado la campaña política antes de la propia campaña. Por ejemplo, si Alberto Fernández gana las elecciones, sabemos que es un hombre del Derecho, no me lo imagino avalando cualquier cosa, como sí pasó y pasa en el gobierno de Mauricio Macri. Me parece que viene otro perfil.
—¿Cómo ves el futuro de la Justicia, si llega a ganar Alberto Fernández?
—Si nos tomamos el tema judicial en serio sería uno de los mayores desafíos de la Historia. El funcionamiento de la Justicia en los últimos años ha dejado mucho que desear. Tendrían que poner en la mira qué van a hacer con el sistema acusatorio, en donde los fiscales se ponen a cargo de las investigaciones, pero que además traslada al Ministerio Público Fiscal, un protagonismo que no tiene y a eso, la corporación judicial se muestra reticente.