A primera vista, nada las distingue de otros rumiantes, pero, las 120 vacas lecheras de la granja experimental de Trévarez, en el noroeste de Francia, producen menos emisiones de carbono, lo que contribuye a reducir su impacto en el calentamiento global.
Según cifras de Citepa (Centro técnico de estudios de la contaminación atmosférica), el 14% de los gases de efecto invernadero provienen del ganado. A esto se suma el consumo por estos animales de harina de soja, que aumenta la huella de carbono.
Con el objetivo de reducir en 20% sus emisiones de gas de efecto invernadero para 2025, el sector lechero francés lanzó en Bretaña (noroeste), la principal región de lácteos de Francia, un programa experimental bautizado «ferme bas carbone» (granja con baja emisión de carbono).
Este experimento, que es gestionado por la Cámara de Agricultura francesa, fue incluido en la agenda de soluciones de la COP21. Su objetivo, sobre el papel, es difundir buenas prácticas entre todos los agricultores.
«Poder decir, en una cuenca lechera, que producimos leche minimizando al mismo tiempo su impacto en el medio ambiente será sin dudas decisivo en el futuro», afirma Pascal Le Coeur, ingeniero agrónomo y director de la granja.
Con vacas lecheras Prim Holstein, la primera raza lechera del mundo, los técnicos de Trévarez trabajan en una serie de parámetros para minimizar la huella de carbono, sin afectar las finanzas de la granja.
Tomando en cuenta que las principales fuentes de emisiones vienen de la alimentación y del metano de la digestión, Trévarez trabaja intensamente en adaptar la alimentación de los rumiantes.
Así, la harina de soja, cuyo cultivo acelera la deforestación de la Amazonía, fue reemplazada por harina de colza.
«La colza es mejor, pero hay que traerla en camiones, así que lo que queremos ahora es utilizar otras proteaginosas cultivadas localmente, como las habas», explica Le Coeur.