La hija de Martín Karadagián dialogó con CLG antes de un nuevo regreso del mítico show: anécdotas de su padre, nostalgia por el programa y los detalles de una posible gira
Por Mario Luzuriaga
«Titanes en Ring, hoy se vuelven a enfrentar…» Así arrancaba uno de los míticos programas televisivos, que entretuvo a generaciones de chicos. Quien estaba detrás de ese show era Martín Karadagián, el armenio que se ganó el corazón de todos, por ser el creador de estos luchadores y de las historias que cautivaron millones de almas inocentes, que esperaban ansiosos por verlos en la tele o en alguna de sus presentaciones a lo largo y a lo ancho del país.
Don Martín nos dejó hace tiempo, pero quien continúa con su legado es su hija Paulina, que siempre estuvo firme junto a sus titanes. Hoy regresan nuevamente para una generación conozca a estos luchadores que van a buscar la victoria y el honor.
El próximo 21 de septiembre realizarán un evento sin precedentes, en la Sociedad Rural Argentina, marcando nuevamente una vuelta más que esperada. Antes de su espectáculo Paulina dialogó con CLG.
— ¿Cómo llevás el legado de tu papá?
— Lo trato de llevar de la mejor manera posible, teniendo en alto el apellido de él, esa es la idea. Creo que por ahora está saliendo bien, porque la repercusión que tuvimos con el show que tuvimos hace poco fue increíble.
— ¿Dónde fue la función?
— Fue en la sala Siranush del Centro Armenio de Buenos Aires y recibimos 400 personas, el día anterior nos enteramos que se agotaron las localidades y fue mágico. Titanes no estaba desde hace 18 años, estamos inmensamente agradecidos al público que apostó a vernos, sin saber lo que iban a encontrarse, y solo fueron por el peso del nombre de la marca. Vimos los comentarios en las redes y el público salió más que conforme y están esperando el show del 21 de septiembre que es en La Rural.
— La campaña que hicieron por redes sociales fue impactante…
— Yo estuve a cargo de la escritura de todos los guiones y fue muy fuerte, como lo fue cuando subimos el video del adelanto. Hicimos un video donde «La Momia» se entera de la muerte de papá y grita por primera vez, y eso que es sordomuda. Es terrible cuando ve a los nuevos luchadores y se enoja. En el show anuncié el regreso de «La Momia Negra» y después irrumpe «La Momia», me acerqué y me comuniqué a través del lenguaje de señas y le expliqué lo que pasaba. Se hizo un silencio sepulcral y pensé que no funcionó, pero vi que la gente estaba llorando. Fue fuertísimo, lo invité a unirse y termina haciéndome una caricia, se da vuelta y se va.
— Es una nostalgia muy linda porque fueron los héroes de generaciones y se paraba el país para verlos.
— Es lo que queremos hacer con los nuevos titanes, en las primeras luchas no se veían motivados, pero a medida que pasaban los minutos y los veías a todos súper enganchados, a grandes y chicos.
— ¿Se siente el peso de tu papá que está supervisando todo desde el cielo?
— Totalmente, acá en gimnasio tenemos una figura de mi papá, que todos los días saludamos. Lo sentimos y sabemos que siempre nos está acompañando.
— ¿Tenés pensado hacer una gira nacional?
— Esa es la idea, se comunicó gente para llevarnos, sé que se comunicaron para ir al sur. Es muy importante esto para nosotros y me acompaña en todo eso Billie Jim, uno de los ex luchadores que estuvo con papá, es mi hermano y socio de la vida. Nosotros interpretamos a «La Cúpula», somos los que impartimos la ley final. Él se encarga de transmitirle todo lo que sabe a los chicos durante el entrenamiento. Después en el centro armenio Berti Manoukián, donde entrenamos, nos da una mano increíble desde hace más de un año. Y se sumó Sergio Giglia en la producción, que fue un lujo lo que hizo. No tenemos nada que envidiarle a ninguna troupe del extranjero.
— Tu papá hizo una pelea muy importante con alguien que queremos mucho que fue Alberto Olmedo, ¿te contó algo de ese evento?
— Me contaba que el Negro iba a cada rato y le decía: «Martincito, no me pegués fuerte que tengo dos pibes» (risas). Lo primero que hizo fue revolearlo hasta las tres primeras filas. Ese combate se hizo para el Día del Niño y se decía que papá lo hizo para entrar al canal, pero él ya tenía el contrato firmado para entrar al otro año. En ese momento era el malo y el Negro había llegado al Luna Park en un camión de bomberos, un despliegue enorme… Eran de esos amigos que no se veían nunca, pero estaban el uno con el otro. Una vez lo fuimos a ver al teatro y estaba junto con Porcel y el Negro lo enganchó donde estaba y empezó a hacer chistes, fue increíble. Cuando fallece el Negro Olmedo, primero se entera mi mamá que lo había escuchado en la panadería y no se animó a decírselo. Papá ya estaba grande y con su enfermedad y yo se tuve que decir. Mi viejo quedó helado y fue muy fuerte para él.
— ¿Tuviste algunas situaciones graciosas junto a tu papá?
— Era imposible salir con mi papá, él decía: «No puede ser cómo me reconocen». Un 31 de diciembre volvíamos de las fiestas y los autos nos tocaban bocina para saludarnos. Yo no podía hacer muchas cosas con mi papá, me hubiese encantado, y teníamos el Italpark a cuatro o cinco cuadras de mi casa. Le pedí ir con él, cuando llegamos hicimos 30 metros, los chicos se acercaron y él me pidió perdón. Después de que falleció quise quedarme encerrada por un tiempo con él.