Por: José Odisio
La derrota ante Vélez generó que algunos hinchas leprosos comenzaran a pedir cambios en el equipo, como si se tratara de una debacle irremediable, y sólo quedaran un puñado de partidos para definir el descenso.
La gente de Newell’s está ansiosa, angustiada, expectante, cambia rápido de humor. Le cuesta reconocerse, ser pensante, analítico. Ve la tabla de promedios y se exalta. Mira los partidos de los otros rivales como si fueran finales del mundo. No importa nada, todo está permitido por dejar a Newell’s en primera. Se festejan goles de Boca, Independiente, San Lorenzo y si es necesario los del Racing de Coudet. Y no son pocos los que se alegraron con ver al Laucha Acosta salir lesionado ante Unión. Una locura.
Por suerte, esta locura está fuera de la cancha. Adentro, Frank Kudelka se muestra calmo, seguro, como cuando demoraban en llegar los refuerzos. Confía en su idea, en la respuesta del grupo, en su trabajo. El DT no cree que Newell’s vaya a sufrir, aunque las fotos iniciales lo mostrarán cerca o dentro de los tres descendidos.
En ese sentido, perder con Vélez sirvió para que Kudelka tome nota. Y corrija situaciones o nombres en el futuro, pero sin modificar abruptamente lo que hasta hace una semana era para muchos perfecto.
Ganarle a Huracán tranquilizará ánimos externos. Y mostrará al equipo mejor en la tabla de promedios. Pero a Kudelka no le modificará su idea, el DT sabe que lo importante será la foto de fin de año, no la de los primeros días de clase.