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Por el Camino de Santiago: fe, voluntad y ganas de una nueva vida


Peregrinos que vienen desde lejos
Peregrinos que vienen desde lejos

 

El motivador mensaje que recibe a los peregrinos

Con su último aliento, pero firme en su propósito, un peregrino va llegando a la ciudad por el Camino de Santiago. Ha recorrido decenas de kilómetros por el Camino Francés, que es el más concurrido y que toma ese nombre porque comienza en Francia. Lleva colgadas en su mochila y en su bastón de palo, dos Conchas de Vieira que son el símbolo del camino y que significan el renacimento, el resurgir a una nueva vida.

El Camino de Santiago, la fe y una fuerza que empuja hacia un camino correcto

Hay quienes cuentan en Santiago de Compostela, que cuando el apóstol Santiago llegó a esta región de Hispania (Galicia), lo primero que vio fue una vieira y se la colocó en el sombrero ¿Una invitación a los pobladores de estas tierras que quedan tan lejanas de la antigua palestina a que se convirtieran, a que iniciaran una nueva vida basada en los principios de Jesús?

Peregrinos que vienen desde lejos

Nuestro peregrino, al que seguimos, no ha llegado aún al Monte del Gozo, desde donde se observa ya la ciudad y las torres de la magnífica Catedral. El hombre va en silencio, ensimismado en sus pensamientos: “¿Qué fui, qué soy, qué quiero ser?” Alguien, otro peregrino, pasa a su lado y le saluda con la expresión tradicional entre los peregrinos: “¡Buen Camino!”; es una forma de darse ánimo, de desear lo mejor y de alcanzar la meta; no solo la de llegar a Santiago, sino de lograr una satisfactoria vida como persona.

Peregrinos que vienen desde lejos

La historia de los Caballeros y de Santiago

El peregrino de nuestra historia ha caminado ya más de 100 kilómetros durante varios días. Viene de Francia y en cada lugar que se ha detenido ha pedido que le sellen y le firmen un certificado, que acredita que es peregrino y que está recorriendo el camino de Santiago. Dos veces al día, en cada jornada de su travesía, ha hecho sellar ese papel en los puestos por los que pasó, única forma de que en Santiago de Compostela le den la “Compostela”, certificación final de que ha hecho no menos de 100 kilómetros caminando, de que es un verdadero peregrino.

La calabaza hueca se usaba antiguamente para llevar agua. La concha de vieira es el símbolo del camino

Por fin llega al Monte del Gozo, llamado así porque desde allí se ve la bonita ciudad española y el final del desafío está a un paso nada más. Falta ya muy poco para arribar al punto final: la Plaza de Obradeiro, asiento de la famosa Catedral.

Monte del Gozo y el lugar donde celebró misa San Juan Pablo Segundo.

Se sienta, bebe agua y mientras bebe, se sienta a su lado otro peregrino que le narra una historia: “Dicen que varios caballeros salieron de Francia haciendo el camino de Santiago; antes de salir se juramentaron que se ayudarían y cuidarían unos a otros. Nomás partir, en medio de las montañas de los Pirineos -sigue narrando el ocasional interlocutor mientras mira la ciudad desde la elevación- uno de ellos se enfermó. Todos siguieron el camino, menos uno que se quedó junto al enfermo a cuidarlo. Luego de varios días, en medio de aquella vastedad, de esa soledad, el enfermo murió».

Peregrinos aguardan en la Catedral para cumplir el rito tradicional de abrazar la imagen del apóstol

«Fue entonces que ocurrió un suceso milagroso, al caballero que había cuidado a su amigo, que se había quedado junto a él hasta el mismo instante de su muerte, se le apareció el apóstol Santiago y como reconocimiento a su actitud lo trasladó a este monte, el Monte del Gozo, es decir a escasa distancia de la ciudad. Allí lo dejó y lo despidió con unas palabras que guardan una moraleja: ‘una cosa te pido, espera aquí a tus amigos. Ellos se verán sorprendidos cuanto te vean y se preguntarán cómo has llegado mucho antes que ellos a este lugar; diles entonces que el apóstol ha dicho que ellos en vano han hecho este camino’”.

Una parte del paisaje que entorna al camino en su final

La fe sin obras

La historia narrada por el ocasional peregrino está estrechamente vinculada al pensamiento del apóstol Santiago cuando en su carta dice: “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma”.

El cartel y el mensaje

Un enjambre de peregrinos, los unos cantando, los otros cansados, pero satisfechos por haber logrado el objetivo, va entrando a la ciudad. En la puerta simbólica, un pequeño cartel deja un mensaje: “Ahora que llegas a tu destino, tienes el poder de reescribir tu historia. Eres valiente para ser sincero contigo, para cumplir tu propósito de amarte y amar en esta hermosa tierra”.

Finalizado el peregrinaje, algunos caminantes oran con sus hijos ante la urna que guarda los restos del apóstol

 

Una joven abraza por detrás la imagen de Santiago