El Grupo Arcor decidió cerrar la planta de elaboración de productos La Campagnola que operaba en el polo tomatero del Valle Medio de Río Negro, lugar que vio así caer la última fábrica que quedaba en pie allí. Con el cierre de la planta de molienda y envasado de derivados del tomate, unos 130 trabajadores, entre directos e indirectos, se quedaron sin una fuente de empleo y ahora buscan una alternativa con la empresa y con el gobierno de Río Negro.
La administración del gobernador saliente Alberto Weretilneck está realizando una mediación con el Grupo Arcor para analizar la posibilidad de que la planta se convierta en una cooperativa gestionada por los operarios.
Juan Hiulcapán, secretario general del sindicato de la Alimentación de Río Negro, dijo en declaraciones a Radio Colonia que la situación es «desesperante» en el pueblo de Choele Choel en el que habitan unas 9.000 personas.
Esta planta que ahora bajó sus persianas de forma definitiva había sido adquirida por el Grupo Arcor en 2006 para la producción de conserva de tomates y en 2015 llegó a tener 200 trabajadores activos entre operarios directos y los puestos de trabajo indirectos.
Hiulcapán contó que Arcor había comunicado que empezó a tener problemas para colocar la producción a principios de 2018 por la caída del consumo interno, en paralelo al ingreso al país de conservas de tomate importadas. Ante la profundización de la crisis económica, Arcor decidió a fines de 2018 paralizar las líneas de producción y dedicarse exclusivamente a la molienda, por lo que trasladó el envasado a la planta que opera en San Juan.
«Arcos se había comprometido a trabajar la temporada 2020, pero la semana pasada (antes de las elecciones primarias) comunicó que no acordaron precio y stock de adquisición con los productores de tomates y por lo tanto decidió no trabajar la temporada 2020», dijo el representante sindical.
En los últimos tres años y medio la planta fue reduciendo su plantel debido a que algunos operarios se jubilaron y otros accedieron a planes de retiro voluntario, por lo que al momento del cierre había unos 130 trabajadores, entre directos e indirectos, dijo Hiulcapán.
«Este establecimiento era un emblema de la producción local, generando trabajo directo e indirecto. Su cierre deja a un gran sector de la población sin destino cierto. Los trabajadores tienen que salir a buscar alguna modalidad de trabajo para subsistir», lamentó el sindicalista.
Aclaró que los trabajadores y el sindicato no pueden «obligar a una empresa» a que trabaje si el rubro ya no le resulta rentable porque no puede vender sus productos, pero solicitó que le den a una oportunidad a los trabajadores para gestionar la planta.