Corea del Norte informó que durante su ensayo militar del miércoles en la península de Hodo, sobre el Mar de Japón, probó con éxito un nuevo sistema que lanza múltiples cohetes teledirigidos de alto calibre. El mismo fue supervisado por el líder, Kim Jong-un.
La prueba «verificó la efectividad de combate del sistema», según afirmó la agencia estatal de noticias KCNA. Además, agregó que el dispositivo «jugará un papel principal en las operaciones militares terrestres» del país. KCNA también reveló que el test estuvo supervisado por Kim, quien tras conocer el resultado destacó que el sistema constituye «un peligro ineludible» para las fuerzas que se conviertan en su objetivo.
El ensayo militar fue el segundo de Corea del Norte desde la semana pasada, cuando el país comunista disparó misiles balísticos que Corea del Sur identificó como una nueva versión del modelo de corto alcance de fabricación rusa Iskander. A diferencia de esa prueba, tras la cual Corea del Norte difundió imágenes de los misiles, la información publicada este jueves no incluye fotografías del lanzacohetes, informó la agencia de noticias EFE.
La agencia oficial norcoreana calificó las armas del test como «un sistema de nuevo desarrollo de cohetes teledirigidos múltiple y de largo calibre», en contraste con el análisis realizado por el Estado Mayor Conjunto surcoreano, que aseguró que se trató de misiles balísticos de corto alcance. Los proyectiles «mostraron patrones de vuelo similares» al nuevo tipo de misiles balísticos probados por Corea del Norte el 25 de julio, por lo que las fuerzas de Seúl y Washington creen que se trata de modelos similares, según dijo hoy el coronel Kim Jun-rak, portavoz del Estado mayor Conjunto.
No obstante, ambos ejércitos -el estadounidense y el surcoreano- continúan analizando toda la información disponible para tratar de determinar el tipo de arma probada, dijo el coronel en declaraciones recogidas por la agencia de noticias local Yonhap.
Esta serie de pruebas misilísticas -las primeras del Norte desde el encuentro entre Kim y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el 30 de junio- se interpretan como una protesta de Pyongyang ante el inicio de las maniobras militares conjuntas previstas por Washington y Seúl para la semana que viene.