El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, fracasó en su segundo intento de ser reelegido, lo que deja a España en la puerta de una nueva convocatoria a elecciones que solo se podrá evitar si en los próximos dos meses los socialistas alcanzan un acuerdo con Unidas Podemos, algo que hasta ahora resultó imposible.
Tras unas negociaciones infructuosas y el intercambios de ofertas y contraofertas “in extremis”, incluida una propuesta de último minuto, que el líder de Unidas Podemos (UP), Pablo Iglesias, lanzó en pleno debate, la reelección de Sánchez, quien necesitaba sumar una mayoría simple de los votos del Congreso de los diputados, no fue posible.
La candidatura del líder socialista recibió el voto favorable de 124 diputados, frente a los 155 que votaron en contra, y 67 que se abstuvieron. A diferencia del lunes -cuando fracasó en su primer intento-, hubo menos vetos y más abstenciones, un gesto con el que Unidas Podemos y los independentistas vascos y catalanes siguen apostando por el diálogo y un acuerdo para un gobierno progresista de izquierda.
Sánchez sólo obtuvo el «sí» del Partido Socialista (PSOE) y del Partido Regionalista de Cantabria (PRC), mientras el «no» provino mayoritariamente del conservador Partido Popular (PP), los liberales de Ciudadanos y el partido de extrema derecha Vox. A ellos se sumó una parte de los secesionistas catalanes de derecha, mientras el partido Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) pasó a la abstención, junto con los independentistas vascos.
«Todavía estamos a tiempo de salvar esta sesión de investidura», dijo Iglesias al intervenir ante el pleno del Congreso, cuando el propio Sánchez ya había dado por hecho el fracaso de su reelección, luego de lamentar la falta de acuerdo con Unidas Podemos.
«Renunciamos al Ministerio de Trabajo si ustedes nos dan las políticas activas de empleo», fue la oferta que lanzó Iglesias por sorpresa a cambio de un apoyo que podía salvar a Sánchez, después de que su partido había anunciado que se abstendría.
Sin embargo, Adriana Lastra, la vocera del PSOE, rechazó su oferta minutos después con una afirmación dura y lapidaría al asegurar que estaba solicitando competencias transferidas por el Estado a los gobiernos regionales.
«Quiere conducir un coche sin saber dónde está el volante», le respondió, antes de acusar a Iglesias de «impedir por segunda vez un gobierno socialista», recordando su veto a Sánchez en 2016, cuando el líder del PSOE falló en su primer intento de llegar a La Moncloa.
A partir ahora comenzará a correr el «reloj de la democracia», el plazo de dos meses -hasta el 23 de septiembre- que tienen los partidos españoles para formar gobierno antes de que se produzca un adelanto electoral de forma automática que llevará la fecha de unos eventuales nuevos comicios al 10 de noviembre.
Menos el PP, Ciudadanos y Vox, que anunciaron una oposición «frontal» a Sánchez, el resto de fuerzas políticas insistieron en que todavía queda tiempo para negociar.
Los independentistas de ERC, no obstante, advirtieron antes de la votación que en septiembre iba a ser «mucho más complicado» para su partido mantener la abstención, – una posición que es indispensable en la aritmética para sacar adelante la reelección de Sánchez-, ya que previsiblemente se conocerá la sentencia contra los líderes presos por el fallido proceso de secesión de 2017.