Boris Johnson ganará con toda probabilidad este martes la carrera para convertirse en el próximo primer ministro del Reino Unido, y tendrá así la posibilidad de utilizar su optimismo y jactancia para tratar de romper el estancamiento de tres años de Brexit.
En caso de que derrote al ministro de Relaciones Exteriores Jeremy Hunt en las elecciones primarias del Partido Conservador, el exalcalde de Londres tendrá que enfrentarse de inmediato a los 27 líderes de la Unión Europea y a su propio parlamento.
Sus problemas se verán agravados por el peligroso contencioso con Irán por la captura de petroleros británicos en el Golfo.
Las pasiones se encienden y Johnson, que gusta y asusta en igual medida, logrará la ambición de toda su vida de dirigir el Reino Unido en uno de sus momentos más delicados desde la Segunda Guerra Mundial.
Los británicos siguen debatiendo amargamente las consecuencias de su decisión de 2016 de abandonar la Unión Europea tras 46 años de estrechos vínculos políticos y económicos.
Johnson ha prometido sacar al país de la UE antes de la fecha límite del 31 de octubre, algo que se ha pospuesto ya en dos ocasiones.
Y promete hacerlo con o sin acuerdo. El texto que está sobre la mesa, negociado entre los 27 socios europeos y Theresa May, y rechazado por el Parlamento británico, no se toca, advirtieron en Bruselas.
El reiterado fracaso de May a la hora de imponer ese acuerdo en el parlamento la obligó a anunciar con lágrimas en los ojos su renuncia como líder del Partido Conservador el 7 de junio.
Eso desencadenó una contienda por el liderazgo conservador -y por Downing Street- en la que participan los menos de 200.000 miembros del Partido Conservador que pagan sus cuotas.
El ganador se convertirá en primer ministro el miércoles y comenzará a designar a su nuevo equipo una vez sea nombrado formalmente por la reina.
Una mayoría ajustada
Los próximos pasos del nuevo líder influirán en el destino de las generaciones británicas venideras y en el rumbo inmediato de la economía europea en conjunto.
Algunos expertos predicen que el nuevo primer ministro no durará más de unos pocos meses en el trabajo.
La libra está cerca de su mínimo en dos años frente al dólar y al euro por temor a una ruptura sin acuerdo que dejaría en el limbo muchas transacciones comerciales, entre otras cosas.
El nuevo primer ministro toma el relevo con una precaria mayoría conservadora en la Cámara de los Comunes del parlamento.
Una mayoría que se redujo a sólo dos diputados el lunes después de la suspensión de Charlie Elphicke de las filas conservadoras tras ser acusado de tres cargos de agresión sexual.
El nombramiento aparentemente inminente de Johnson provocó que el ministro de Finanzas Philip Hammond y varios ministros más anunciaran su renuncia, principalmente porque no comparten la posición de Johnson de salir de la UE sin acuerdo.
Alan Duncan dimitó como secretario de Estado para Europa y las Américas el lunes, y desafió abiertamente a Johnson antes incluso de que asuma el cargo.
Duncan trató de forzar una prueba del apoyo de Johnson en el parlamento mediante un debate de emergencia el martes, un intento frustrado por el presidente de la Cámara de los Comunes, John Bercow.
El ministro de Justicia saliente, David Gauke, dijo que no estaba de acuerdo con la estrategia de Johnson, pero que estaba dispuesto a darle una oportunidad.
«Creo que necesita que se le dé la oportunidad de salir y negociar con la Comisión Europea», dijo Gauke a BBC radio.
«No votaré en contra de mi partido en una moción de confianza», añadió Gauke.
Quien sí dijo que lo haría, en cambio, es Hammond, en el caso de que se plantee una salida de la UE sin acuerdo.
Ello podría acabar conduciendo a unas elecciones adelantadas en las que los sondeos dan ganadores a los laboristas, seguidos por los conservadores, con el partido euroescéptico de Nigel Farage pisándoles los talones en tercer lugar.