Este lunes, al menos 37 personas murieron en bombardeos rusos contra un mercado de una localidad de la provincia de Idlib (noroeste de Siria), según la ONG Osdh. En total, los bombardeos rusos y mataron a por lo menos 43 en una nueva jornada de violencia en el último bastión yihadista del país.
El régimen de Bashar al Asad y su aliado ruso han intensificado desde fines de abril sus bombardeos en la provincia de Idlib (noroeste de Siria) y áreas adyacentes en otras limítrofes, como Alepo, Hama y Lataquia.
Esta región está fuera del control de Damasco y permanece en manos de los yihadistas del grupo Hayat Tahrir al Sham (HTS, ex rama siria de Al Qaida). Además, otras facciones rebeldes y yihadistas están allí presentes.
Este lunes, varios bombardeos rusos tuvieron como objetivo un mercado en la ciudad de Maaret al Numan (Idlib), donde comercian mayoristas hortícolas según la ONG, que añadió que edificios cercanos también se vieron afectados por los ataques.
Al menos 35 civiles y dos personas aún no identificadas murieron en esos ataques, de acuerdo con la misma fuente. El Observatorio, que cuenta con una amplia red de fuentes en Siria, determina a los autores de los bombardeos de acuerdo al tipo de aviones utilizados, el lugar del ataque, rutas de vuelo y municiones utilizadas.
Rusia desmintió haber bombardeado el área y negó acusaciones de los Cascos blancos, organización de socorristas que opera en la zona rebelde.
«Las declaraciones de representantes anónimos de la organización Cascos blancos, financiada por el Reino Unido y Estados Unidos, sobre supuestos ataques aéreos rusos contra un mercado en Maaret al Numan son falsas», indicó el ministerio de Defensa ruso en un comunicado.
Este lunes, los Cascos blancos, ayudados por habitantes, transportaban heridos cubiertos de sangre, ya fuera con los brazos o en colchones convertidos en camillas improvisadas, constató un fotógrafo colaborador de la AFP. Un hombre yacía sin vida sobre la calzada llena de escombros.
Un herido, con el rostro cubierto de un polvo gris, era transportado por dos hombres que lo sujetaban por los brazos. Los habitantes huían de la zona cargando niños, muchos descalzos, según el fotógrafo.
«Condiciones dramáticas»
Los Cascos blancos informaron sobre la muerte de uno de sus voluntarios. Los bombardeos de este lunes provocaron además 100 heridos, según el OSDH.
En otros ataques que también tuvieron lugar este lunes, siete civiles, entre ellos dos niños, murieron al caer cohetes en una aldea controlada por el régimen en la provincia norteña de Hama, informaron medios estatales.
El domingo, también en la región de Idlib, 18 civiles, incluidos siete niños, murieron en ataques aéreos imputados sobre todo al régimen, pero también a su aliado ruso, de acuerdo al OSDH.
Entre las víctimas figura Anas Diab, de 22 años, fotógrafo y camarógrafo que había colaborado con la AFP, quien también era voluntario de los Cascos blancos.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) afirma que más de 650 civiles han muerto en casi tres meses; en tanto 330.000 han huido de la violencia, según la ONU.
Por otra parte, dos cardenales del Vaticano se encontraban este lunes en Damasco donde se reunieron con el presidente Al Asad.Le entregaron una carta del papa Francisco, en la que expresa su «profunda preocupación por la situación humanitaria en Siria, en particular por las dramáticas condiciones que vive la población civil en Idlib», según un comunicado del Vaticano.
Este recrudecimiento de la violencia tiene lugar pese al acuerdo alcanzado en septiembre de 2018 entre Rusia y Turquía, apoyo de algunos grupos rebeldes, cuyo objetivo era precisamente evitar una ofensiva de gran envergadura de Damasco contra Idlib.
Esta iniciativa preveía una «zona desmilitarizada» que separase los territorios bajo control de yihadistas y rebeldes de las áreas adyacentes dominadas por Damasco.
Sin embargo, la ONU señala actualmente a esta zona de distensión como una de las «más peligrosas del mundo», y pide un cese el fuego «para poner término a esta tragedia». Yihadistas y rebeldes disparan esporádicamente cohetes y proyectiles contra zonas gubernamentales.