Lorenzo Regonat tenía 5 años y era oriundo de Reconquista. El último martes sufrió una aneurisma que le provocó una muerte cerebral. Sus padres no dudaron en donar sus órganos. El jueves, aviones sanitarios del Incucai (Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante) los buscaron.
La trágica muerte de Lorenzo abrió posibilidades a otras personas. Así lo deseaban sus padres, quienes habían hablado con anterioridad con la prensa y habían asegurado: «Mi hijo va a dejar vida sobre la tierra». Y así lo hizo. El pequeño se fue, pero se multiplicó en otras cinco personas al ofrecer sus órganos.
Según confirmaron desde el Hospital Central Reconquista donde el menor permanecía internado, la donación multiorgánica sirvió para trasplantar dos riñones, intestinos, hígado y corazón. «Donar órganos es dar vida», dicen las campañas, el caso de Lorenzo y la noble decisión de sus padres es una prueba de esto.
«Lolo», como lo llamaba su familia, sufrió una aneurisma mientras jugaba en su casa sobre una pila de ladrillos y se desmayó. En principio, se creyó que el golpe por la caída le había causado las lesiones cerebrales, pero luego se constató que no había sido así por medio de una tomografía.
El pequeño recibió atención médica y fue asistido en la guardia del hospital. Luego de ser estabilizado, recibió asistencia respiratoria mecánica. Tras los estudios pertinentes se detectó que había sufrido una hemorragia muy grande y tenía muerte cerebral.
Los papás contaron que desde que supieron el desolador panorama de su hijo no dudaron en la donación. «Desde el primer momento pensé en donar los órganos, lo hablé con mi esposa y después lo hablamos en familia y se decidió que sí. Me senté con los del Incucai y le dije que hasta las 12 de la noche quería estar abrazadito con él. Le hicieron los estudios, estuve con mi hijo toda la noche hasta que empezaron a llegar los aviones sanitarios», relató el padre.
Mariano y Claudia tuvieron que despedirse de su hijo el jueves, pero hicieron todo lo posible para que otras familias no tuvieran que pasar por lo mismo. Decidieron multiplicar el amor que sienten por su hijito y esparcirlo entre los que estaban esperando con ansias y ilusión cada uno de esos órganos. Decidieron multiplicar la vida.
El mismo jueves se confirmó que todos los órganos fueron transportado convenientemente y que llegaron a sus destinos. Se realizaron las intervenciones quirúrgicas correspondientes y la última información oficial fue que se debía esperar el proceso en cada uno de los casos. La capacidad de Mariano y Claudia para transformar algo tan doloroso en un gesto de amor desinteresado le dio esperanza a otras cinco familias. Y eso no pasa todos los días.