Se cumplen 25 años del ataque a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) y este jueves en Rosario se realizó un acto homenaje en el hotel Howard Johnson, de Italia 1183. Allí disertaron un sobreviviente del atentado y un rescatista que hoy es el jefe de Defensa Civil.
El primero en tomar la palabra frente a los presentes, entre los que se encontraban buena parte de la comunidad judía local, fue Alejandro Mirochnik, quien estaba dentro del edificio al momento de la explosión: «Tomé uno de los dos ascensores que había. Uno de ellos era de montacarga y el otro era el ascensor central. Tomé el central, donde no estaba la ascensorista y toqué un botón esperando llegar al quinto piso. Pero nunca llegué».
Alejandro contó que no escuchó la explosión, pero que sintió «que el ascensor se vino abajo». Y continuó: «Me agazapé y caí al sótano. Una vez allí, veía todo oscuro, y sentía mi cuerpo dolorido desde la rodilla hacia abajo y veía una viga delante mio. Pasaron horas hasta que vi una luz, que me permitió ver todo en tinieblas y me pierna derecha estaba quebrada, pero ya sin la viga encima. Pude escaparme y a los pocos metros un bombero me pudo divisar y le conté que ya eran las 15 horas. A las 19 me rescataron y tuve el privilegio de poder salir con vida e ir al hospital para que me atiendan».
«Estuve siempre consciente, en esos minutos te pasa de todo en la cabeza. Recuerdo ese día con mucha tristeza y dolor», manifestó Mirochnik.
Luego, ante un auditorio colmado, el rescatista Raúl Garnica contó su experiencia en el atentado: «Yo estaba a cargo del grupo de rescate de bomberos de la Policía Federal. Mi cuerpo rescató a tres personas, con una tardamos ocho horas, con otra dieciséis, y con la última 30 horas. Salieron los tres vivos, pero el último lamentablemente no pudo sobrevivir».
«Ver a los sobrevivientes hoy en día después de tanto sacrificio, es el ejemplo de que podemos seguir adelante a pesar de todo lo que ha sucedido, por lo menos nos ponemos contentos por ellos», dijo Garnica.
Y siguió: «Por supuesto que sufrimos por el resto, por los gritos y por todo eso que te queda en la cabeza y nunca se te va». «Nunca me puedo sacar de la cabeza este hecho porque es otro humano que hizo todo para que las muertes se produzcan, el dolor es inmenso», expresó Raúl.
A su vez, dijo el esfuerzo que se hizo «fue lo máximo que se podía haber echo en ese momento», y contó que meterse entre los escombros para buscar sobrevivientes era como una realizar una operación quirúrgica de alta complejidad, porque cualquier movimiento «podía provocar el movimiento de más vigas y piedras».
Mirá las fotos del acto que captó el reporte gráfico de CLG, Fernando Der Meguerditchian: