FaceApp, la aplicación móvil que le agrega o le quita años y detalles a los rostros y que en los últimos días se viralizó en la Argentina, está en «una zona gris», se desconoce quién está realmente detrás y encierra riesgos sobre la privacidad de los datos de los usuarios, advirtieron este martes especialistas en seguridad informática.
Traccionada por la ola de «famosos» que le agregaron años a sus caras, desde Lionel Messi a Marcelo Tinelli, pasando por Lali Esposito, Mauricio Macri y Nicolás del Caño entre muchos otros, FaceApp se convirtió en los últimos días en la aplicación más descargada del país pese a que se desconoce su origen y el destino de las imágenes que se le entregan.
«Es todo medio gris. No se sabe cómo funciona la parte de atrás. La aplicación está buenísima, por eso generó lo que generó. Pero eso no significa que sea una aplicación confiable», advirtió a Télam Cristian Borghello, director de Segu-Info.
El creador del software es un desarrollador ruso, Yaroslav Goncharov, y la aplicación utiliza redes neuronales (una técnica de inteligencia artificial) para escanear los rostros de los usuarios, cruzarlos en bases de datos y modificarlos con distintos agregados como más o menos edad, barba o cambio de género, entre otros filtros.
«Se supone que hay una persona detrás de FaceApp, pero es totalmente desconocida. Este es un planteo amargo, pero es lo que deberíamos hacer cada vez que subimos datos personales», continuó el especialista, y sugirió que «podrían usar la información que estamos subiendo para, por ejemplo, identificación biométrica. Detrás puede haber cualquiera, una empresa, un gobierno…».
En tanto el consultor en seguridad informática Alexis Sarghel consideró que mediante esta aplicación, por ejemplo, «cualquier agencia de inteligencia podría estar actualizando sus bases de datos con datos actuales míos. Y hoy un software puede sacar mucho de una imagen, no solamente mi cara. Estoy brindando mucha información: ¿a cambio de qué? De entretenimiento, de ocio». «Estamos entrenando gratis inteligencia artificial, estamos alimentando gratis una base de datos de origen desconocido», cuestionó.
«Pensemos si cada vez que salimos a la calle alguien nos pide una foto nuestra. Cada vez que nos cortamos el pelo, nos afeitamos, nos cambiamos el look. Probablemente no se la daríamos. Pero con estas aplicaciones estamos haciendo eso mismo, y cedemos nuestras imágenes para entrenar algoritmos» desconocidos, continuó Sarghel en dialogo con Télam.
FaceApp existe desde 2017 y ya generó polémicas que la empujaron a cancelar algunos de los filtros que ofrecía como uno llamado «Hot», que aclaraba la piel del usuario para volverlo «más atractivo».
«La viralización se logra gracias a que aparecen famosos… como si fuera casualidad que de repente los famosos un día se encontraron todos con la misma app. De ahí al resto. Habría que rastrear el origen, cómo se llega a esto, si hubo algún truque a los influencers. ¿Qué hay detrás?», se preguntó Sarghel.
«No está mal que usemos esta herramienta, el tema es tener conciencia de que cualquier imagen que subamos puede potencialmente terminar de un modo imprevisto», advirtió Cristian Borghello.