Los esqueletos de un allosaurus y de un diplodocus serán subastados el miércoles en París, como objetos de decoración a la última moda para compradores con los bolsillos llenos y un gran salón.
«El mercado de los fósiles ya no está reservado exclusivamente a los científicos: los dinosaurios están de moda, cual objetos de decoración, como los cuadros», explica a la AFP Iacopo Briano, experto de la casa de subastas Binoche y Giquello, responsable de la venta.
Entre sus famosos coleccionistas, destacan los actores Leonardo DiCaprio y Nicolas Cage, según Briano. El segundo hasta tuvo que devolver un cráneo de un Tarbosaurus bataar, extraído ilegalmente de Mongolia.
Y es que la historia natural se lleva.
«Desde hace 2 o 3 años, los chinos se interesan por la paleontología y buscan, para sus museos e incluso particulares, grandes especímenes que puedan asociar a los dinosaurios hallados en su tierra», según este experto.
Esta nueva demanda se añade a los compradores «históricos» de dinosaurios, como grupos industriales y grandes fortunas europeas y estadounidenses. Su interés: decorar mansiones, ofrecer un regalo original o darse publicidad.
Así, McDonalds y Walt Disney se asociaron al Museo de Historia Natural de Chicago para comprar a Sue, el Tiranosaurus Rex más completo y mejor conservado del mundo.
– «Los dientes, indispensables» –
«Millones de personas vienen a verlo, eso da una publicidad increíble a las empresas», explica Éric Mickeler, experto en historia natural de la casa de subastas Aguttes.
Los expertos expresan no obstante sus reservas: si bien muchos de los fósiles que se subastan no aportarían gran cosa a la ciencia, siempre pueden hallarse en los lotes piezas importantes.
Mickeler afirma paralelamente que el mercado sigue siendo «pequeño» y que «no se dirige a mucha gente».
Porque aunque poseer un dinosaurio es sinónimo de originalidad -como mucho, se subastan cinco al año en el mundo-, esta pasión tiene sus desventajas: su precio y el espacio requerido.
El «pequeño» allosaurus con «60 dientes afiladas», propuesto el miércoles por la casa Binoche y Giquello, mide 3,8 metros de largo. «¡Un dinosaurio adaptado a la demanda parisina puesto que solo mide 1,50 metros de alto!», asegura Briano.
Pero su compañero de subasta, el diplodocus, supone «12 metros, desde la nariz a la cola».
Un tercer dinosaurio, un terópodo que será subastado por la casa Aguttes el 4 de junio, está a medio camino: mide 9 metros de largo por 2,60 metros de alto.
El allosaurus está estimado entre 550.000 y 650.000 euros (675.000-800.000 dólares), el diplodocus entre 450.000 y 500.000 euros (550.000-614.000 dólares) y el terópodo entre 1,2 y 1,5 millones de euros (1,4 y 1,8 millones de dólares).
Y es que los dinosaurios no van a peso: los carnívoros salen más caros que sus congéneres herbívoros.
«¡La gente quiere dientes!», explica Mickeler. Y también que haya una historia que contar y presenten por ejemplo marcas de combates o de enfermedades incurables.
Los postores también sopesan otras características, como la rareza del espécimen, el porcentaje de huesos verdaderos y la belleza de su cráneo.
«Son precios totalmente aberrantes», denuncia Ronan Allain, paleontólogo del Museo de Historia Natural de París. «Es el mundo del lujo, no es para nosotros», agrega.
Briano confiesa que recientemente vendió un bello ejemplar a una familia de Venecia: «Tenían una sala magnífica en la que el dinosaurio tenía cabida perfectamente».