El vicepresidente de Estados Unidos y su esposa, Mike y Karen Pence, visitaron el viernes varios centros de la Patrulla Fronteriza estadounidense en el sur de su país acompañados por una delegación bipartidista del Comité Judicial del Senado y un grupo de reporteros.
Luego de este recorrido, Pence aseguró: «No quedé sorprendido por lo que vi. Yo sabía que veríamos un sistema que está superpoblado. Está abrumado, y es por eso que el Congreso tiene que actuar».
Sus declaraciones se dieron después de visitar el puesto fronterizo de McAllen, en la frontera con México, donde pudo ver a 384 hombres detenidos en condiciones de hacinamiento, sin camas, colchones o almohadas y en medio de un olor pestilente.
Los periodistas que le acompañaban pudieron presenciar también la escena por unos 90 segundos. Según sus comentarios, los detenidos -señalados de haber cruzado ilegalmente la frontera- no tenían suficiente espacio siquiera para acostarse sobre el piso. Algunos gritaron a los periodistas que tenían más de 40 días allí, que tenían hambre o que querían lavarse los dientes.
Michael Banks, agente de la patrulla fronteriza en McAllen, dijo sin embargo que ninguno llevaba allí más de 32 días. Pero aceptó que muchos de los detenidos tenían 10 o 20 días sin ducharse, aunque también aseguró que se les daban tres comidas calientes al día.
«Ante lo que vimos hoy aquí, la sobrepoblación de esta estación fronteriza, y la crisis general en nuestra frontera, es el Congreso el que debe hacer más», dijo Pence. Esto es «una crisis que está abrumando nuestro sistema».
También acusó a los demócratas de haber empeorado la crisis migratoria al oponerse a las iniciativas del presidente Donald Trump para atender el enorme flujo de migrantes que intentan establecerse en Estados Unidos, provenientes principalmente de Centroamérica.
La visita de Pence se dio mientras varias protestas tenían lugar en distintos puntos del país contra los centros de detención de migrantes, calificados como «campos de concentración» por los manifestantes.