Fue la definición más importante de la historia moderna de la selección argentina. La semifinal ante Holanda de Brasil 2014 dejó un sabor que muy pocos olvidarán: la tensión de los penales, el diálogo entre Javier Mascherano y Sergio Romero y las lágrimas de todos los jugadores que se desataron cuando Maxi Rodríguez depositó a la selección de Alejandro Sabella en la final del Mundial.
Lionel Messi, Ezequiel Garay, Sergio Agüero y Maxi Rodríguez. De cuatro ejecutantes, tres rosarinos para hacer soñar a la selección argentina. Si bien todos marcaron, ninguno se comparó con la figura de Chiquito Romero, quien se agigantó en el arco y detuvo dos penales para hacer soñar a todos.
El duelo había terminado igualado sin goles y el elenco albiceleste hasta lo pudo perder. El veloz extremo holandés, Arjen Robben, tuvo la chance de anotar el tanto ganador a poco del final pero Mascherano, con un cierre monumental, le quitó la posibilidad en una jugada que también quedó para el recuerdo.
Romero le atajó penales a Vlaar y a Sneijder. En la transmisión se escuchó el “¡Fuerte al medio!” que le gritó Romero al 10 holandés, que no podía creer lo que veían sus ojos: la pelota impulsada por su pie que iba dirigida exactamente a los guantes del ex Racing, que voló hacia su derecha para contener el tiro y festejar de cara a las lágrimas de la tribuna argentina.
La historia posterior es conocida: derrota en tiempo extra ante Alemania en la final del Mundial. Sin embargo, la llegada a ese cotejo definitivo siempre es un recuerdo que trae sonrisas y emoción.