Un centenar de personas se agolpan en una oficina en Miami que ofrece asistencia legal gratuita o de bajo costo a los inmigrantes, muchos de ellos sin papeles. Buscan legalizar su permanencia en Estados Unidos antes de que Donald Trump cumpla su amenaza de «deportar a millones».
Con las cabezas gachas y cargando carpetas llenas de documentos, cubanos, venezolanos, haitianos y hondureños, entre otros, esperan en una sala atiborrada a que los atienda un abogado de migración.
José Luis, de 46 años, relata que salió de Cuba a Guyana y de allí atravesó toda Suramérica por tierra hasta Chile, para luego subir nuevamente por Los Andes y cruzar la frontera en Texas en una odisea que lo llevaría a reunirse con su hija de 14 años en Miami.
«Esas son las cosas que hacemos los cubanos para salir de Cuba por lo malo que está el país de nosotros», comenta, sin dar su apellido.
Esta oficina de la organización caritativa Church World Service (CWS) ya solía estar ocupada, pero el flujo de consultas aumentó desde que el presidente Trump tuiteó la semana pasada que deportará a «millones de extranjeros ilegales».
Un día después, el martes, anunció su campaña por la reelección en 2020. Los días siguientes se instaló el pánico. El fin de semana pasado, la comunidad inmigrante esperaba redadas masivas de ICE, la policía de migración, pero la operación fue postergada hasta la semana próxima.
«Esto los impulsó a venir y buscar servicios más rápido», dijo a la AFP Maureen Porras, la directora jurídica de CWS. «Tenemos clientes que luego de que se hiciera este anuncio, me contactaban preguntando ¿Cómo me afecta esto?, ¿Estoy en peligro?».
«Nos estamos preparando lo mejor que podemos», contó. ¿Y cómo prepararse? Abogados y activistas coinciden en que la comunidad debe conocer sus derechos, organizar sus documentos, prever quién se quedará con la custodia de los hijos y, ante todo, no abrir la puerta a un oficial de ICE que no muestre una orden de arresto.
Texas es más benevolente
Pero el cubano Carlos Iraola Reyes, de 31 años, irá más lejos y abandonará Florida, donde se acaba de implementar una ley que exige a la policía que colabore con los oficiales de migración.
«Me voy a Texas porque es un estado más benevolente», comentó a la AFP este ingeniero eléctrico, sobre quien pende la amenaza de ser deportado. «¿Usted cree que yo puedo caminar libremente? Sería muy ingenuo».
Rosana Araujo también se siente en riesgo. Es una trabajadora doméstica uruguaya de 51 años. «Tengo miedo porque estoy sin un estatus legal», dijo. «Se está viviendo un momento de terror, da miedo salir a la calle, ir a trabajar, ir al supermercado».
Mientras los inmigrantes viven estos días de ansiedad, el vicepresidente Mike Pence anunció el martes en Miami el lanzamiento de «Latinos por Trump», una plataforma que busca aumentar el apoyo de esta comunidad y que apunta en particular a los cubanos y venezolanos.
En Florida, Trump se ganó la antipatía de los puertorriqueños tras su cuestionado manejo del huracán María, pero conquistó a cubanos y venezolanos cuando incrementó las sanciones contra los gobiernos de izquierda de La Habana y Caracas.
«Los latinoamericanos están liderando el camino en esta economía», dijo el vicepresidente republicano. «Como dijo Trump, los líderes empresariales latinos son la prueba viviente de que el sueño americano está de regreso y es más fuerte que nunca».
Un grupo de analistas políticos y activistas demócratas calificaron el lanzamiento de «Latinos for Trump» como un acto «repugnante». Florida será un estado clave en las elecciones, puesto que suele determinar quién irá a la Casa Blanca. En este contexto, la conquista de los latinos es la quimera de ambos partidos.
El 26% de los 21 millones de residentes de Florida son latinos. En Miami en particular, que tiene 2,7 millones, el 69% son de origen hispano.
Según un estudio de Pew publicado este mes, en 2017 Florida era el tercer estado, después de California y Texas, con más personas indocumentadas (825.000), la mayoría caribeñas y latinoamericanas.
Por esto, las redadas masivas de Trump «podrían afectar a muchas familias aquí en el sur de Florida», dijo a la AFP el arzobispo de Miami, Thomas Wenski.
«Muchos de estos indocumentados, o inmigrantes irregulares, están insertados en las familias estadounidenses. Son hermanos, hermanas, esposos de ciudadanos estadounidenses. Impactaría a todos, y todos sentirían dolor».q