Por Carlos Duclos
Casi todo parece ser mediocridad y mezquino interés en la política argentina y, por supuesto, santafesina. Esto sin excluir del panorama, claro, las camitas, zancadillas, deslealtades, hipocresías, indiferencias y mentiras. Incluso hay quienes no guardan con prudencia la palabra traición y ven ese fantasma revoloteando por ciertos lares. Es cierto, después de todo, que a buena parte de la sociedad le ofrecieron soja y le dieron rama negra.
El contexto político parece estar rociado con las bacterias de la politiquería desfachatada, infectada y plena, que no es lo mismo que la política. La permuta, el cambio, está a la orden del día. Falta nomás que aparezcan avisos de la corpo en Mercado Libre.
El salto del Tigre
En tal contexto degradado, es posible advertir, por ejemplo, como Sergio Massa, que criticaba sin rodeos a Cristina Fernández de Kirchner, ahora se abrazó con lo mismo que criticaba y es primer candidato a diputado nacional por el espacio K. Cabe recordar, entre muchas otras críticas que lanzó el tigrense, lo que dijo no hace demasiado: «Con Cristina nos separa más de un océano. Yo creo que es una mirada distinta, creo en el Estado como instrumento de transformación de la vida de la gente, no como botín de guerra para conchavar a la familia y que hagan negocios los amigos». ¡Ah, pero si hasta parece que un milagro político se produjo y el Moisés de los intereses (no los del pueblo, claro) separó las aguas del océano!
El crítico de Pichetto
Mauricio Macri, quien dando vueltas en un automóvil para un programa de TV se cansó de disparar críticas contra Miguel Ángel Pichetto, el mismo Pichetto que le cuidó las espaldas a Cristina no concediendo el desafuero, el que durante largos doce años representó al kirchnerismo en el Senado, fue convocado para que integrara la fórmula de “Juntos por…” ¿el cambio? ¿De veras el cambio?
Pino y el falso progresismo
El progresista Fernando Pino Solanas, para continuar con la tragicomedia política argentina, en un reportaje al diario Hoy, de La Plata, había dicho que el kirchnerismo era un falso progresismo y añadió: “Lo que hizo el kirchnerismo en materia energética es salvaje, es tan salvaje que cualquier extranjero más o menos culto se reiría de nosotros, porque acá le pedimos al zorro que cuide el gallinero (¡Duro eh!). Las políticas encaradas por los K -siguió- no hicieron más que profundizar la decadencia energética del menemismo”. Pino hoy es candidato a diputado nacional por el kirchnerismo.
Fernández contra Fernández
Se podría seguir con la miniserie de la nueva temporada electoral recordando las ácidas críticas de Alberto Fernández a Cristina. ¿Qué no dijo el hoy candidato a presidente de la compañera de fórmula autora de Sinceramente? Entre la larga lista de cuestionamientos se rescata aquella frase del mes de febrero del año 2016: «La ex presidenta Cristina Kirchner dejó una Argentina enferma” de inflación y con un déficit fiscal “muy importante”. Tal parece que de salud algunos no quieren saber nada. ¿O el diagnóstico fue un falso positivo y la Argentina no estaba tan enferma?
Todo esto sin nombrar otros casos como el de Martín Lousteau, de ministro de Economía del progresismo kirchnerista a candidato a senador del liberalismo macrista.
El socialismo y Urtubey
Una perla en esta casa política argentina hecha con papel ordinario, es la determinación adoptada por una parte del socialismo santafesino, liderada por el gobernador Miguel Lifschitz, de apoyar la fórmula Lavagna-Urtubey. Dice un militante socialista enojado con esta propuesta: “Podríamos haber debatido el apoyo a Lavagna y hasta hubiera podido ser aceptado, pero ¿Urtubey? No se consultó a nadie, no se debatió nada y de la noche a la mañana dejamos de ser Frente Progresista para ser Consenso Federal. No pienso trabajar para eso”. Claro como el agua. Y coherente además, porque: ¿desde cuándo el ideario de Justo, de Palacios, de Estévez Boero hace migas con espacios que están más cerca de la derecha que del progresismo?
Hoy el Partido Socialista (y ni hablar del Frente) está partido. Quienes abrigan la esperanza de volver a la gobernación dentro de cuatro años en este contexto, tal vez deban conformarse con apenas un sueño, un mero y deslucido deseo. Lo de Lavagna-Urtubey se desplomará tan pronto como acaben las elecciones nacionales y los popes transen con uno u otro gran espacio nacional si hay segunda vuelta o retornen a sus cosas ¿Qué hará el consenso socialista?
Para algunos muchachos coherentes del partido de la rosa, que bregaron por mantenerse independientes y listos para convertirse junto con otras fuerzas e idearios basados en la justicia social, en una alternativa a la deteriorada política argentina, hoy la adversidad tiene un regusto más amargo que la manzana de elefante. Sin embargo, no falta quien recuerde aquello que sostenía nuestro gran José Ingenieros: “A los hombres fuertes les pasa lo que a los barriletes; se elevan cuando es mayor el viento que se opone a su ascenso”.
Lo del “socialista” porteño Roy Cortina es más atrevido, se pasó directamente a las filas del PRO-Capital y ahora es hombre de Horacio Rodríguez Larreta. Como en el espacio de Lavagna no aceptaron su condición de ser candidato, el hombre encontró un resquicio y se mandó. ¿Principios ideológicos?
Borocotó y el libro de pases
Así está la Patria hoy, rebosante de “doctores Borocotó”. ¿Se acuerda el lector de Borocotó quien fue elegido diputado por el PRO, pero antes de asumir saltó al Frente para la Victoria? Claro que entonces la borocotización era un suceso extraordinario, eventual, severamente cuestionado. Y con todo, el doctor Borocotó argumentó que del PRO lo habían echado, le hicieron una cama. Hoy, el salto con garrocha de un espacio a otro es por deporte. Por deporte profesional, eso sí, porque de amateur nada. Aquí el libro de pases está abierto y los muchachos pegan el salto allí donde más conviene o más ponen. Pocas propuestas y muchos menos ¿cómo? para superar la escandalosa crisis.
Así es buena parte de la realidad argentina, va desde disfrazados que se dicen progresistas o del campo popular, pero se juntan en sectas neoliberales, a neoliberales que compran defensores del pensamiento justo, libre y soberano y que alguna vez cantaron “ni yanquis ni marxistas…”.
Eso sí, de pensar en los más de 12 millones de pobres, en los chicos hambrientos que son cientos de miles, en la salud devastada y la educación atrofiada, en los desempleados, de eso que se ocupe Dios. Todo parece un festival de acróbatas y saltimbanquis, ilusionistas y graciosos mentirosos. Bueno, después de todo deben gustar mucho porque el espectáculo, después de años, sigue en cartel con los mismos actores. Años de éxito aseguran la continuidad del show. Lástima grande por aquellos que advierten que todo es una patética ilusión, un burdo holograma en el gran circo.
Pero no hay que desesperar, algunos buenos quedan y otros pueden irrumpir en la escena. Después de todo, al orden siempre le precede el caos; y a la luz la oscuridad fatal.