El jefe del Estado Mayor del Ejército de Etiopía y otro alto cargo militar, además del presidente de la región norteña de Amhara y un asesor suyo, murieron anoche durante un intento de golpe de Estado en esta región, informó hoy el gobierno de ese país.
Seare Mekonnen falleció tras resultar herido de bala en la capital regional de Bahir Dar mientras intentaba sofocar un levantamiento en la que también falleció el general Gezai Abera, según informó en la cadena estatal ETV la Oficina del primer ministro, Abiy Ahmed.
Seare «fue asesinado por sus propios guardias» en su residencia de la capital etíope, afirmó Nigussu Tilahun, el vocero del primer ministro etíope, Abiy Ahmed, en una rueda de prensa en Adís Abeba.
En la residencia del jefe del Estado Mayor, que dirigía desde la capital la operación para abortar la sublevación golpista, se encontraba también el teniente general retirado Gezai Abera, quien también perdió la vida.
Nigussu confirmó asimismo la muerte del presidente de la región de Amhara (equivalente al cargo de gobernador), Ambachew Mekonnen, y de su asesor Ezez Wasie durante el ataque de los soldados rebeldes contra su oficina en Bahir Dar, capital de la región.
«Este golpe ha sido ahora desbaratado», aseguró el vocero del primer ministro que además afirmó que el levantamiento que «pretendía desestabilizar nuestro país y no se limita solo a la región de Amhara».
Además de en la turística ciudad de Bahir Dar, también se informó de disparos en Adís Abeba, la capital del país, según varias alertas emitidas por la Embajada de Estados Unidos en Etiopía.
En esa ciudad impera hoy la calma pero se han desplegado soldados y efectivos de las fuerzas especiales cerca de la oficina del primer ministro, al tiempo que numerosos policías patrullan las calles de la ciudad, según informó la agencia de noticias EFE.
Desde su llegada al poder en abril de 2018, Abiy fue aplaudido dentro y fuera de Etiopía por sus avances democráticos, que permitieron el regreso de disidentes exiliados, la detención docenas de altos cargos militares y de los servicios de inteligencia y una histórica paz con Eritrea.
Sin embargo, estas mismas reformas, y un reparto de poder más equilibrado entre las nueve regiones autónomas del país, han supuesto también un aumento de las tensiones entre los diversos grupos étnicos, con fuertes espirales de violencia.