Por Mario Luzuriaga
Víctor Laplace es uno de los más queridos y respetados actores argentinos que brilla en todos los ámbitos: también es director y guionista. Recordado por sus interpretaciones tan sublimes tanto en cine como televisión y teatro, llega nuevamente a Rosario para presentar su última obra: «Rotos de amor».
Este fin de semana se presenta con la comedia que protagoniza junto a Osvaldo Laport, Hugo Arana y Pepe Soriano; y antes de dialogó con CLG acerca de la misma y sobre su carrera.
—Integras un elenco increíble en «Rotos de amor».
—Yo digo que somos los cuatro mosqueteros o los cuatro jinetes del Apocalípsis, haciendo travesuras (risas). Es muy divertida la obra, es muy hermosa hacerla y ver las reacciones del público, ya sean mujeres u hombres.
—¿Qué vamos a ver en la obra?
—Es un tema que tiene que ver con cuatro hombres que están medios desahuciados, rotos de amor. A partir de ahí se desencadena esta situación de estos señores que son visitadores médicos y tienen problemas con las chicas. Se les complica mucho porque intentan vanamente hacer ejercicios de seducción y les sale muy mal. Mi personaje se llama Artemio Godoy que canta una serenata y le va pésimo; entonces se pone a reflexionar el porqué, y elige un tema que se llama «Perdón», es un boludo (risas). Pero más allá de esas particularidades aparece el personaje de Pepe Soriano, que interpreta al mudo y Hugo Arana lo traduce y Osvaldo Laport es el optimista del grupo. Remite a muchos casos en el que el hombre sufre por amor. La idea de poder hacer una obra muy divertida y que deje una cosa pensando, es algo que me atrapa más.
—Estas rodeado de estos tres actores maravillosos en la puesta.
—He recorrido la vida con ellos, con Osvaldo es la primera vez que trabajo y es una verdadera revelación, está muy bien. Nos divertimos mucho todos y Pepe Soriano, con 90 años, y está parado sobre sus dos pies laburando, es genial.
—Con Hugo Arana has compartido una obra muy querida que fue «Made in Lanús» allá por el 2001. ¿Lo asocias con algo de actualidad?
—Viste que siempre tenemos estos líos cada siete u ocho años y no tenemos maneras de zafar (risas). Si todos los argentinos que dicen serlo, hiciéramos fuerzas para que las voluntades se juntaran, yo creo que tendría que ser otro país. Pero sin embargo el ego nos mata, al igual que la mezquindad. Yo hice un documental que se llamó «La otra Argentina» en esa época. Cuando salíamos de gira con la obra la gente nos comentaba que sus hijos se iban del país y era una especie de malón de gente que se iba y me dije que tenía que filmarlo. Filme todo e hice ese documental e increíblemente la crisis de 2001, no le hace asco a la crisis que estamos viviendo ahora.
—Todo el mundo habla de grietas y demás, ¿te molesta cuando te piden opinar de política?
—Yo estoy en una etapa de reflexión y creo que cuando se da una opinión son las que producen la grieta. El prepoteo de la palabra si no está bien usada es una macana. En función de las cosas que voy haciendo es lo que me expresa, yo hago un teatro y un cine que no es concesivo, hice «La otra Argentina», «El mar de Lucas», «La mina» junto a Norman Briski, «Puerta de hierro: el exhilio de Perón» y después hice un documental sobre monseñor Angeleri en La Rioja. Hago materiales con los temas que me preocupan, pero las obras hablan por mí. Creo que deberíamos hacer un esfuerzo todos los argentinos. Si yo fuera político, que lo soy porque me interesa lo que pasa, estoy muy cansado de los que se van de partido en partido y uno se queda con la boca abierta. Si pudiéramos lograr que los que conduzcan el país reflexionaran sería genial. Me gustaría que puedan convivir Borges y Perón, por darte un ejemplo.