El conglomerado brasileño Odebrecht declaró la quiebra para intentar reestructurar una deuda millonaria mientras continúa envuelta en un escándalo de corrupción que ha afectado a políticos de varios países latinoamericanos.
El juez del primer tribunal de quiebras de San Pablo, Joao de Oliveira Rodrigues, aceptó el pedido formulado por ODB, el holding que controla las diferentes empresas del grupo, para evitar la bancarrota.
Se trata del mayor proceso de recuperación judicial de la historia de Brasil, con una deuda que supera los 98.000 millones de reales (más de US$ 25.000 millones) aunque gran parte de la deuda (84.000 millones) corresponden a créditos concursales y están sujetos a recuperación judicial, informó la agencia de noticias EFE.
A su vez, de esos 84.000 millones, unos 33.000 millones de reales equivalen a deudas contraídas entre las propias compañías del grupo.
Al solicitar la recuperación judicial, ODB dejó afuera a la petroquímica Braskem, a Odebrecht Ingeniería y Construcción y a Ocyan, entre otras, consideradas como «bienes esenciales» para la supervivencia del grupo.
Los problemas de Odebrecht, una de las empresas más grandes de Latinoamérica comenzaron hace cinco años, cuando se destapó el escándalo de corrupción vinculado a la estatal Petrobras.
Las investigaciones de la Lava Jato dieron por comprobado que el grupo participó en un cartel junto con otras empresas para adjudicarse contratos y que durante años sobornó a políticos y directivos de diversos niveles, una trama que se extendió por otros países de Latinoamérica y de África.