Como muchos argentinos, la pasión del rosarino Joaquín Baronio siempre fue el fútbol. Desde que tiene memoria juega a la pelota, y a los 4 años empezó a entrenar en la escuelita de la Asociación Médica. Hoy, con 17, fue el único representante de la ciudad en el seleccionado argentino de talla baja que disputó Campeonato Cuadrangular Internacional en Bolivia. Un verdadero orgullo rosarino.
Joaquín se enamoró del fútbol desde chico, cuando junto a su papá Norberto iban a la cancha de Rosario Central, equipo del que son hinchas. “En ese momento ya nunca más me separé de la pelota. Me encantó siempre, al principio jugaba, pero después de mi última operación de brazos decidí ser arquero porque vi que me iba mejor, me gustaba y le di para adelante, soy un apasionado, lo vivo y me gusta aprender cosas nuevas”, contó el joven deportista local.
Su llegada al combinado nacional tomó por sorpresa a la familia Baronio. Facundo Rojas, capitán del seleccionado y presidente de la Asociación Argentina se comunicó con su par de Santa Fe, Álvaro Baeck, con el fin de conocer a Joaquín, de quien tenía las mejores referencias. La prueba se dio en un partido frente a un equipo de primera división de Entre Ríos, donde el rosarino convenció al entrenador nacional por su seguridad bajo los tres palos.
Más allá de algunas contingencias que tuvieron que afrontar, el torneo en Bolivia estuvo repleto de emoción para la familia. “Fue una sensación increíble, son muy pocas las personas que pueden darse el lujo de llevarla”, contó Joaquín.
Por otra parte, Silvina, su mamá, reconoció algunas inseguridades por la primera experiencia de su hijo en el exterior nada menos que con la camiseta Argentina. “Dudamos por la escuela, está en 5º año, y más allá de la pasión que sentimos por el fútbol, el estudio es lo más importante. Pero Facundo Rojas nos convenció. Lo quería sí o sí”, explicó la mujer, quien aseguró que siempre fue una gran admiradora de su hijo. “Es un chico que le puso mucha garra a todo, con sus 3 elongaciones de huesos siempre salió adelante”, agregó.
En la misma línea, Norberto, papá de Joaquín, destacó la importancia de acercar a los niños, niñas y adolescentes al deporte. “Los aleja de todo lo malo, se rompen las barreras sociales, y adentro de la cancha o del predio donde sea que jueguen son todos iguales”.
Sin embargo, el deportista rosarino aceptó que la discriminación es un tema que sigue latente en la sociedad actual. “No hay que tener miedo de hablar, la formación de las asociaciones de talla baja o de cualquier discapacidad ayuda a que chicos con el mismo problema se puedan apoyar, entre sí. Por suerte yo lo pude superar gracias al fútbol”.
Si bien Joaquín contó que no tuvo que hacer grandes sacrificios, admitió que “en el ámbito escolar siempre me fue bien, nunca dejé de estudiar, considero que el aprendizaje es la base de todo. En las relaciones prioricé siempre a mi familia y amigos, nunca tuve que hacerlos a un lado”.
Y cerró con un mensaje dirigido a todos aquellos que sufren: “A los chicos con capacidades diferentes les digo que vayan para adelante, siempre, busquen la forma de pasar la traba, intenten todo lo que los haga felices, porque lo van a lograr, porque la sociedad está cambiando. Cualquiera que quiera hacerme una pregunta yo voy a estar para lo que necesiten. A las personas de talla normal que no tienen ninguna capacidad diferente, busquen la aceptación y la inclusión porque todos queremos ser felices”.