El sueño de Julio Verne, a punto de cumplirse este siglo. Se trata de un proyecto ostentoso de construir un megacrucero donde no sólo se viaje, sino también se pueda vivir. Se presentó en 1990 bajo el nombre Freedom Cruise Line International, y desde siempre tuvo un obstáculo para llevarse adelante: la financiación. Se necesitan casi 10.000 millones de euros para que pueda concretarse. Igualmente, algo se avanzó y llena de esperanzas a quienes quieren ver el inmenso barco: los ingenieros rediseñaron el exterior, tal vez por algo será.
El Freedom Ship es una gran estructura que surcaría los mares no en la forma tradicional que conocemos. Se pretende que el lugar sirva también para vivir y trabajar, que sea una gran comunidad autosuficiente: una ciudad flotante.
Según los datos que informa el diario La Vanguardia, sus medidas son 1.371,6 metros de largo, 228 de ancho y 106,68 de alto. Eso significa que es cuatro veces más largo que el Queen Mary.
La estructura de la embarcación se elevaría veinticinco pisos por encima de su amplia cubierta principal donde todo estaría organizado como una pequeña ciudad. Contará con viviendas para 60.000 personas, un hospital, escuelas, bibliotecas, museos, hoteles, establecimientos gastronómicos, casinos, tiendas libres de impuestos, supermercados, bancos y oficinas.
Incluso, habrá transporte dentro del crucero: la gente se desplazará en una especie de metro, y una vez se llegase a puerto los pasajeros se desplazaría a tierra en una línea propia de ferris.
En total, la población puede llegar a 100 mil estando en puerto: 40.000 residentes, 20.000 miembros de la tripulación, 30.000 visitantes diarios y 10.000 turistas hospedados en los hoteles de a bordo.
En la cubierta superior habría una pista de aterrizaje para aviones pequeños de 38 a 40 pasajeros, y también podría recibir a helicópteros y jets particulares. El viaje propuesto rodearía continuamente el mundo con escalas en los puertos más importantes de los cinco continentes en un tiempo estimado de tres años.