Un estudio publicado en « Psychology and Aging» muestra que la ira aumenta la inflamación, que se asocia con enfermedades crónicas como las enfermedades cardíacas, la artritis y el cáncer.
Meaghan A. Barlow, de la Universidad de Concordia (EE.UU.) y autora principal del estudio expresó «nuestro estudio mostró que la ira puede conducir al desarrollo de enfermedades crónicas, mientras que la tristeza no lo hizo».
Explicó que «a medida que envejecemos, no podemos hacer las actividades que una vez hicimos, o podemos experimentar la pérdida de un cónyuge o una disminución de la movilidad física, lo que puede hacernos enfadar.»
Para llegar a las conclusiones durante el estudio participaron 226 adultos mayores de 59 a 93 años a los que sometieron a breves cuestionarios sobre cómo se sentían de enojados o tristes, los autores también analizaron la inflamación en las muestras de sangre y les preguntaron a los participantes si tenían alguna enfermedad crónica relacionada con la edad.
Así llegaron a descubrir que «experimentar enojo diariamente estaba relacionado con niveles más altos de inflamación y enfermedades crónicas en personas de 80 años o más, pero no en personas mayores», explica el coautor del estudio Carsten Wrosch.
«La tristeza, por otro lado, no estaba relacionada con la inflamación o la enfermedad crónica», agrega.
La ira se vuelve problemática para los adultos una vez que alcanzan los 80 años, sin embargo, es cuando muchos experimentan las pérdidas de sus seres queridos y algunos de los placeres de la vida.
Finalizaron diciendo en el informe que «si entendemos mejor qué emociones negativas son dañinas, no dañinas o incluso beneficiosas para los mayores, podemos enseñarles cómo hacer frente a la pérdida de una manera saludable».