La comunidad católica de Sri Lanka pudo volver por primera vez a misa desde que hace tres semanas presuntos milicianos islamistas atacaron tres iglesias y tres hoteles de lujo, mataron a 253 fieles e hirieron a más de 500.
Rodeados de un masivo despliegue de seguridad que incluyó vallas y un número importante de policías y militares, los miembros de la congregación de la iglesia atacada volvieron a entrar al edificio y participar físicamente en la misa de los domingos.
«Ahora me encuentro mejor», dijo a la agencia de noticias EFE, con una sonrisa, Ipsiba Nisam, una niña de diez años que solía cantar en el coro de una de las iglesias atacadas y que hoy decidió ir a otra de ellas. Nisam sufrió una pérdida auditiva parcial, pero ingresó a la iglesia Madre Dolorosa de Colombo con la esperanza de poder cantar.
La investigación oficial de las autoridades de Sri Lanka sostienen que los atacantes eran miembros de dos grupos armados islamistas, National Thowheed Jamath y Jammiyathul Millathu Ibrahim. Los ataques no fueron reivindicados por ninguno de estos grupos, pero sí por la milicia Estado Islámico (EI).
Desde el ataque, las fuerzas de seguridad realizaron redadas en todo el país, especialmente en los barrios de mayoría musulmana, y todos los eventos de la comunidad católica fueron suspendidos por razones de seguridad.
Este domingo, finalmente, la prohibición fue levantada, pero militares y policías revisaron a las personas que entraban a las iglesias y hasta rechazaban a los que llegaban con mochilas. El país asiático no vivía una situación parecida desde el final de la guerra civil entre la guerrilla tamil y el gobierno nacional, un conflicto que duró 26 años y finalizó en 2009.