Archie, tal cual y no como diminutivo de Archibaldo, es el nombre que Enrique y Meghan eligieron para su bebé, el nuevo miembro de la familia real británica que el mundo pudo entrever el miércoles durmiendo en brazos de su padre.
«El duque y la duquesa de Sussex están encantados de anunciar que llamaron a su hijo Archie Harrison», anunció el palacio de Buckingham. Una elección inesperada, con un toque marcadamente estadounidense, que se aleja de los nombres clásicos utilizados tradicionalmente por la familia real británica.
El pequeño llevará el apellido de Mountbatten-Windsor, que combina el de la reina Isabel II y el de su esposo Felipe, lo que indica que los padres optaron por no darle un título nobiliario.
Enrique y Meghan, quienes desde que se casaron en mayo de 2018 han sido vistos como una pareja moderna que quiere escapar a las convenciones, hicieron este muy esperado anuncio después de presentar al pequeño a la reina.
En una fotografía difundida en la cuenta Instagram de los duques de Sussex se puede ver a la monarca, de 93 años, y a su marido, de 97, mirando sonrientes a su octavo bisnieto, en brazos de Meghan que está junto a su madre, Doria Ragland, y el príncipe Enrique.
Visiblemente emocionada, la ex actriz estadounidense de 37 años había aparecido horas antes ante la prensa en el St Georges Hall del Castillo de Windsor con un sencillo vestido camisero blanco sin mangas, altos zapatos de tacón nude y el cabello suelto.
Enrique, hijo menor de Carlos de Inglaterra y la difunta princesa Diana, sostenía en brazos al niño nacido el lunes de madrugada tras lo que parece haber sido una larga noche de parto.
«Es algo mágico, es bastante increíble», dijo Meghan a las cámaras de televisión en esa imponente sala del castillo, situado a unos 40 km al oeste de Londres, decorada con armaduras, bustos de mármol y una amplia alfombra roja.
«Tengo a los dos mejores hombres del mundo, así que estoy muy contenta», afirmó, asegurando que el pequeño tiene «un carácter muy dulce, es realmente muy tranquilo».
«¡Me pregunto a quién ha salido!», la interrumpió bromeando el duque de Sussex, de 34 años, que en su juventud fue el miembro más disipado y problemático de la familia real británica antes de sentar cabeza.
Vestido con un traje gris claro y corbata oscura, Enrique apenas retiró un poco el gorrito blanco para dejar entrever el pálido rostro del bebé de dos días, envuelto en una manta del mismo color y que dormía plácidamente.
«Paquetito de alegría»
Desde su nacimiento, Reino Unido esperaba para conocer el nombre del niño y crecía la especulación sobre si la pareja optaría por rendir de algún modo homenaje a la difunda madre de Enrique, fallecida en un trágico accidente de tráfico en París en 1997, o a las raíces afroamericanas de Meghan que tiene entre sus ancestros a esclavos que trabajaban en las plantaciones de algodón de Georgia.
Tan sonriente como su esposa, el duque de Sussex no se atrevió a decir a quién se parece el pequeño, primer miembro mestizo de la familia real británica.
«Todo el mundo dice que los bebés cambian tanto en las dos primeras semanas, básicamente vamos a estar siguiendo cómo ocurre ese proceso de cambio», dijo Enrique, asegurando que «ser padres es increíble».
«Estamos muy emocionados de tener nuestro propio paquetito de alegría», afirmó el príncipe, que tras la boda había dejado claro su deseo de ser padre rápidamente.
La joven pareja criará a su hijo en Frogmore Cottage, una casa en el dominio del Castillo de Windsor adonde se mudaron tras el anuncio del embarazo dejando el londinense Palacio de Kensington.
«Creo que vamos a ver muy poco a este niño», dijo a la AFP la biógrafa real británica Penny Junor, considerando que Enrique «querrá protegerlo» de los fotógrafos, aunque tal vez Meghan, más aficionada a los focos, «puede disfrute mostrándolo».
Archie es el cuarto nieto del príncipe Carlos, heredero al trono británico, tras los tres hijos de Guillermo y Catalina.
Carlos, de 70 años, que el martes se encontraba de visita en Alemania, afirmó estar «impaciente» de conocer al bebé «en los próximos días, cuando las cosas se hayan calmado».