El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, alcanzó su más alto índice de popularidad desde que llegó a la Casa Blanca, con una aprobación del 46% según una encuesta de Gallup.
La aprobación del mandatario aumentó siete puntos porcentuales con respecto a marzo, lapso en el que se conocieron una serie de indicadores económicos positivos y que salió a la luz el informe del fiscal de la trama rusa, que eximió de culpa al presidente.
Los datos de desempleo, que alcanzó su tasa más baja en 50 años, explican en buena parte el apoyo al republicano, aunque la actual expansión haya empezado después de la crisis de 2008, con las políticas iniciadas por la Administración de su antecesor, Barack Obama.
Por otro lado, el índice de desaprobación de Trump se mantiene en un 50%, según el sondeo, realizado entre el 17 y el 30 de abril y difundido hoy por la agencia de noticias Ansa.
Desde su llegada a la Casa Blanca, Trump ha protagonizado una larga serie de controversias, que empezaron con la prohibición del ingreso a Estados Unidos a personas provenientes de países de mayoría musulmana y se coronaron el domingo último con el envío de un portaaviones a Irán para responder a una supuesta amenaza por parte de Teherán.
Un año antes, ya había anunciado que Estados Unidos abandonaba el histórico acuerdo nuclear alcanzado en 2014 por las principales potencias mundiales e Irán; una decisión que le valió el rechazo unánime de la comunidad internacional.
El republicano también ha elevado la tensión en Medio Oriente con el reconocimiento de Jerusalén como capital israelí -una decisión que desató sangrientos enfrentamientos entre israelíes y palestinos- cuya parte oriental es concebida por la ONU como la capital de un futuro estado palestino.
Además, ha recrudecido la guerra comercial con China, con amenazas de nuevos aranceles y ha tomado un papel activo para derrocar al presidente venezolano, Nicolás Maduro.
La renovada presencia de Estados Unidos en América Latina también alcanzó a Cuba, donde luego de que su antecesor iniciara un proceso de deshielo, redobló la agenda del bloqueo a la isla al poner en vigor una ley de 1996 que permite demandar a empresas que lucren con empresas confiscadas por la revolución.
La medida no sólo le abrió un frente con la Unión Europea, que defiende los intereses de las empresas europeas con presencia en la isla, sino que obliga a Cuba a cerrar filas y a acercarse cada vez más a Rusia y China.
Sin embargo, también moviliza el voto de los cubanos en el exilio, uno de los principales bastiones del partido republicano en el estado de Florida.