A 23 años de su único show en Buenos Aires y luego de su presentación del lunes en Córdoba, el músico británico Phil Collins ofreció esta noche un concierto en el Campo Argentino de Polo, ubicado en el porteño barrio de Palermo, en el que propuso un viaje al corazón de los años ’80, a partir de un repertorio basado en los grandes éxitos de su carrera solista y algunas composiciones de su legendaria banda Genesis, que solían rotar de manera permanente en las radios en aquellos años.
A lo largo de una hora y media, y apoyado en una numerosa y afinada banda, Collins repasó, con resultados dispares, famosas baladas y algunos ritmos un poco más bailables que dieron cuenta del gusto de este artista por el sonido motown y los “grupos de chicas” de los ’60, algo particularmente notable en el rol protagónico dado a la sección de vientos y al coro.
Pero aunque el ex Genesis echó mano a un inapelable listado de canciones, lo cual mantuvo a sus seguidores oscilando entre la emoción nostálgica y el éxtasis bailable, el recital, que resultó un calco del ofrecido en Córdoba, también cayó por momentos en algunos baches, un poco por limitaciones física del propio músico y otro poco por el uso de diversos clichés por parte de la banda que lo acompaña.
En el primero de los casos, las evidentes dolencias que alejaron a Collins de los escenarios durante varios años hicieron mella en su cuerpo, por lo que debió permanecer todo el concierto sentado, lo cual le restó cierto despliegue histriónico que, en su momento, lo habilitó a reemplazar al teatral Peter Gabriel en Genesis.
Pero también su voz, que en realidad nunca contó con demasiados matices, reflejó problemas para llegar a tonos altos, lo cual quedó al descubierto especialmente en las interpretaciones de “Against all odds”, “Easy lover”, en donde contó con el auxilio de los coristas”, y “Sussudio”.
En cuanto a la banda, si bien se mostró aceitada y con un alto grado de profesionalismo, no logra un sonido contundente y apela para ello, muchas veces de manera excesiva, a la sección de vientos, lo cual termina resultando un recurso repetitivo, facilista y carente de imaginación.
Más allá de todo esto, el concierto tuvo momentos destacables y, en este punto, se llevan las palmas las interpretaciones del clásico de Genesis “Follow you, follow me”, el cover de The Surpremes “You can´t hurry the love”, la luminosa “Dance into the light” y el cierre y la invitación a retirarse con “Take me home”.
El ex Genesis llegó al país en medio de una gira titulada irónicamente “Not dead yet”, un chiste utilizado por él mismo para destacar un regreso a los escenarios luego de varios años de reclusión por una dolencia en su columna que parecía haberlo retirado para siempre de la actividad.
Y en ese contexto, su vuelta a las andadas hace mucho hincapié en la nostalgia, algo que ocurre con muchos artistas y que, en la mayoría de los casos, es agradecido no sólo por los fans, sino por quienes crecieron escuchando esa música.
Las fotos del protagonista de la noche en distintos momentos de su carrera antes de iniciarse el show, mientras de fondo sonaba Salif Keita; la inclusión de fotos de Genesis en algunos pasajes; y el repertorio seleccionado son los ejemplos y, en gran parte, le dan el gran sentido al show.
Así, los temas mencionados, más otras gemas como “In the air tonight”, la soulera “Who said I would”, “Another day in Paradise”, “Something happened in the way to heaven”, “Separate lives”, “Throwing it all away” e “Invisible touch” resultan un verdadero regocijo para quienes fueron a buscar un reencuentro con el pasado.
Por este motivo, las caras que se vieron esta noche en el Campo Argentino de Polo, al finalizar el show con papelitos de colores y luces resplandecientes sobre el escenario, en una puesta impecable que incluyó un notable sonido, eran de felicidad absoluta, y tal vez eso sea, en definitiva, lo más importante a la hora del balance.
La contrapartida a muchas de estas observaciones fue la actuación en la previa de The Pretenders, la banda inglesa liderada por la estadounidense Chrissie Hynde, que brindó un notable concierto de una hora y dejó la sensación que merece una fecha en solitario en algún reducto local.
Ocurre que, con una instrumentación básica, de una guitarra, un bajo, una batería y, a veces, otra guitarra adicional a cargo de la propia cantante, el legendario grupo surgido en la era post-punk se mostró madura, sólida, sabia y capaz de mantener su espíritu intacto, a pesar del paso del tiempo.
“Fue una larga espera”, dijo la vocalista, en relación al hecho de que con tantos años de historia recién se presentara en Buenos Aires por primera vez en esta oportunidad.
Encantadora, con el mismo porte e igual actitud que en sus mejores épocas, Hynde se lució con un repertorio que también recurrió a clásicos como “Brass in pocket”, “Back on the chain gang”, dedicada especialmente a Phil Collins; “Don´t get me wrong”, la balada “I’ll stand by you” y “Middle of the road”, entre otros.
Incluso, el grupo logró sortear un mal sonido en el comienzo y terminó su actuación bien arriba y con el público que había ido a ver a Phil Collins en el bolsillo.
La jornada se había iniciado a las 19 con la cantante local Hilda Lizarazu, quien también animó el ingreso de la gente que colmó el lugar, con clásicos como “Todo cambia”, “Sola en los bares” y “Olvídate de mí”, entre otros.