En los penales del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) se dictan diferentes cursos para las personas privadas de su libertad, pero en los últimos tiempos se creó uno que resultó innovador: el de cocina, en el que los reclusos aprenden un oficio, le dan de comer a sus compañeros y tienen firmes esperanzas de poder reinsertarse en la sociedad por medio de un trabajo tan importante como es la gastronomía.
En la Unidad 46 de San Martín comenzó a funcionar en 2017 la a Escuela Profesional de Gastronomía Creer, que fue una iniciativa de la empresa Cook Master, a cargo del servicio de comida en esta y otras prisiones bonaerenses, como las de Campana, Florencio Varela, Magdalena y La Plata.
Allí se dictan tres especialidades: panadero, pastelero, ambas con una duración de seis meses, y la de cocinero, que es por el lapso de dos años.
Los docentes de las tres especialidades son parte del plantel del Instituto Superior Mariano Moreno (ISMM), y entre ellos está Francisco Sade, quien es también el cocinero del programa televisivo de Mirtha Legrand.
Las instalaciones donde funcionaba la cocina estaban en absoluto desuso y se les fue entregada a Cook Master para que armara sobre esa base el imponente lugar en el que los presos toman clases y cocinan para sus compañeros.
Si bien las clases se dictan en la Unidad 46, también acuden los internos de las unidades 47 y 48.
Cerca de 300 alumnos pasaron por la Escuela desarrollando capacidades que les permitirán una inserción laboral una vez cumplida su condena.
Muchos de ellos ya trabajan en diferentes lugares como hospitales, centros asistenciales e incluso para Cook Master, siempre en el sector gastronómico.
«La idea de impulsar una escuela de gastronomía adentro de un penal surgió de nuestra experiencia de trabajo con el Servicio Penitenciario, y de nuestra convicción de que la gastronomía es una excelente herramienta de desarrollo personal y profesional», afirmó Nicolás Lusardi, director General de Cook Master.
Asimismo, Lusardi explicó: «Tanto desde la escuela como desde nuestras cocinas, donde los internos trabajan, buscamos darles herramientas para que sean ellos los protagonistas de su inserción sociolaboral una vez cumplida la condena. Esta línea de generación de oportunidades la venimos trabajando desde Cook Master en el Programa Creer, y desde el año pasado en alianza con más de 30 organizaciones en el marco de la Red Creer».
Muchas veces un recluso, por el cual el Estado paga su manutención dentro de un penal, al salir intenta reinsertarse en la sociedad, pero como no consigue trabajo debido a su condición de ex presidiario y eso puede empujarlo a volver a delinquir y nuevamente a ser apresado para que el círculo se repita y vuelva a ser mantenido por el Estado.
Con esta propuesta, la idea es distinta y hasta el Estado resulta beneficiado, porque si se logra que se invierta en cursos para que tengan salida laboral esos presos pasan de ser mantenidos por el Estado a aportar ingresos mediante el pago de impuestos, cargas laborales.
Lo más llamativo es ver cómo las personas privadas de su libertad logran semejante cambio con estas tareas, ya que por ejemplo a la hora de preparar la comida para ellos y sus compañeros manipulan cuchillos y elementos cortantes con la más absoluta tranquilidad y trabajando en equipo, algo que tiempo atrás hubiera resultado impensado que se pueda lograr.
El viernes pasado se realizó la entrega de títulos oficiales a los 16 internos que completaron sus estudios de la Carrera de Panadero Profesional durante 2018.
Historias de vida
Matías, quien hace cinco años que está alojado en la Unidad 46 de San Martín, detalló que ahora que se recibió de panadero va a «estudiar Gastronomía».
«La vida me cambió a partir de estos cursos. Me siento muy bien y me veo distinto a aquella persona que entró a este lugar por un error que cometí», precisó el joven, que evitó mencionar los motivos que lo llevaron a estar detenidos, pero que destacó que ahora tiene «otra visión de la vida».
Por otra parte, César Gómez, empleado de Cook Master, relató su historia de vida: «Fui un chico que se crió en un ambiente familiar muy bueno, mis padres me dieron muy buena educación. Por elección propia y malas compañías terminé con cuatro condenas. Hoy el trabajo me abrió muchas puertas, se me están abriendo puertas al nivel que yo puedo con el trabajo puedo comprarme las cosas que antes no me las compraba bien».
«Hoy en día sé que me las gané con el sudor de mi frente. Era una persona que vivía del delito y hoy vivo de mi trabajo. Los aliento a que tomen la vereda laboral, con esfuerzo todo es posible», agregó Gómez.
Por su parte, Francisco Sade, director de la Escuela de Gastronomía del Instituto Mariano Moreno y chef de Mirtha Legrand destacó: «Como director de la Escuela de Gastronomía Mariano Moreno es un placer formar parte junto a nuestro cuerpo docente de esta experiencia única de dictar cursos de gastronomía profesional al interior del penal».
«Trabajamos con los mismos contenidos y la misma calidad que caracteriza a nuestra escuela, con algunas adaptaciones por la particularidad del caso. La excelente respuesta que venimos recibiendo de los alumnos nos anima a seguir apostando por esta iniciativa y replicarla en otros penales», precisó el cocinero.