En los Carnavales de 1953 enfervorizados rosarinos aclaman a la orquesta de Osvaldo Pugliese que se presenta en el club NOB, aplaudiendo de modo especial a su cantor Alberto Morán, que en esos años gozaba de una popularidad inimaginable desde nuestro hoy.
Aunque trabajaron juntos una década (desde 1944 a 1954), las relaciones entre Morán y Pugliese no fueron buenas, tal vez por un exceso de celos y egos contrapuestos. Morán siempre puso en duda que las ausencias del director de la orquesta obedecieran a que estuviera detenido por su militancia en el Partido Comunista, sino a causas mas prosaicas, ya que según el cantante, Pugliese era muy mujeriego (conducta esta que confirma su hija Beba) y se ausentaba de sus compromisos artísticos en busca del solaz de efímeras conquistas.
Posiblemente a medio camino entre el relato resentido de Morán y el «mito puglesiano» construido con posterioridad, se encuentre la razón de esas ausencias.