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Enamorado del pueblo

Enrique Angelelli, el primer mártir argentino


Enrique Angelelli, uno de los obispos que más fielmente encarnó en su acción el compromiso del Evangelio con los más necesitados, fue asesinado por la última dictadura militar en La Rioja en 1976, en un crimen que el Vaticano consideró fue perpetrado «por odio de fe» y que la justicia argentina castigó en 2014.

«Un enamorado de su pueblo que lo acompañaba en el camino, y lo acompañaba hasta las periferias, las periferias geográficas y las existenciales», lo describió en 2006 casi 10 años antes de iniciarse su causa de canonización el entonces presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), Jorge Bergoglio, hoy papa Francisco.

Fue el propio Bergoglio quien decidió el año pasado que estaban fundamentadas las razones para declarar que Angelelli, conocido como «el pelado», fue asesinado «In odium fidei» (por odio a la fe) y que esa circunstancia constituyó un martirio que lo convertía en beato.

Sin embargo, el camino de 43 años entre el asesinato y su beatificación no fue fácil ni lineal, y contó con múltiples resistencias, incluso dentro de la Iglesia argentina.

Nacido el 17 de julio de 1923 en Córdoba, ingresó en 1938 en el Seminario de Nuestra Señora de Loreto y completó sus estudios teológicos y de derecho canónico en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, donde fue ordenado presbítero en 1949.

De regreso en Argentina, desempeñó su misión pastoral en barrios humildes de Córdoba y como asesor de la Juventud Obrera Católica.

Durante el Concilio Vaticano II (1962-1965) fue uno de los firmantes del Pacto de las Catacumbas, un acuerdo suscripto por unos 40 padres conciliares que se comprometieron a vivir en pobreza y sencillez, lejos del lujo que se asociaba a las figuras vaticanas.

Designado obispo de La Rioja en 1968, Angelelli formó parte de un grupo de religiosos que denunció las violaciones de los derechos humanos cometidas durante la dictadura.

En el momento de su muerte, el 4 de agosto de 1976, Angelelli llevaba meses recibiendo amenazas de todo tipo y para muchas voces de la Iglesia eso constituyó un martirio en vida.

Así se lo hizo saber el nuncio papal Leon Kalenga a la CEA el año asado cuando algunos obispos pusieron reparos sobre los tecnicismos acerca de su asesinato.

La dictadura quiso hacer creer que su homicidio fue una muerte causada por las lesiones sufridas en un presunto accidente automovilístico cerca de la localidad riojana de Punta de los Llanos, pero la Justicia probó que fue encerrado por otro auto y que murió por el golpe de un elemento contundente en la nuca.

Angelelli fue asesinado mientras tenía consigo un informe con las pesquisas que había realizado sobre los homicidios en julio de 1976 de otros dos de los «cuatro mártires de La Rioja» (Carlos Murias y Gabriel Longueville), que también serán beatificados con la presencia del enviado papal, el cardenal Angelo Becciu.