La voz del astrofísico data de un anticuado programa de 1986, está protegida por copyright y nadie más la puede utilizar
Hawking dejó de hablar con acento británico para sonar a una mezcla de «escandinavo, americano y escocés», como el mismo lo definía
En 1985, el genial astrofísico Stephen Hawking cogió una pulmonía durante un viaje al CERN de Génova. Contra las indicaciones de los doctores, la también genial Jane Hawking, su mujer por entonces, decidió no desconectarlo del respirador que lo mantenía con vida. Lo trasladó a otro hospital y allí la infección pudo ser contenida, pero para que pudiera respirar adecuadamente, se le practicó una traqueotomía.
Como consecuencia, Stephen Hawking perdió su voz y su acento británico. Poco después, empezaría a hablar en un acento americano algo particular. No se trataba de un efecto secundario del agresivo procedimiento ni un síntoma del ELA.
Hawking tuvo que recurrir a un sistema de deletreo y cartas para comunicarse y seguir trabajando, algo agotador para su esposa y sus ayudantes, pero dada la cada vez mayor popularidad del astrofísico, apareció una solución mejor en poco menos de un año.
Martin King, un físico que había trabajado con Hawking, se puso en contacto con una compañía californiana llamada World Plus. Su programa Equalizar permitía a un usuario elegir letras y comandos en la pantalla de un ordenador recurriendo a un interruptor, sin necesidad de un teclado o un ratón.
El CEO de esta empresa había diseñado un dispositivo y un programa similar para ayudar a su suegra, que también padecía ELA, y no tuvo problemas en donar un equipo Apple II con los programas necesarios para que Hawking se comunicara de forma independiente. Con el ordenador y con la ayuda del marido ingeniero de una de sus enfermeras, consiguió volver a hablar: podía producir 15 palabras por minuto.
Eso sí, la nueva voz de Hawking era robótica y rudimentaria. El astrofísico construía las frases en un programa y luego las mandaba a un sintetizador de voz que pronunciaba con lo que él mismo describía como una mezcla de «acentos escandinavo, americano y escocés» y que ya no se produce. De hecho, las modificaciones que Intel fue haciendo durante los años posteriores están registradas y con copyright.
La particularidad de su voz le daba mucho juego cuando alguien preguntaba sobre su acento, hasta el punto de bromear sobre ello con la mismísima Isabel II. Cuando la reina de Inglaterra le preguntó si «todavía tenía esa voz americana» en un encuentro, el astrofísico respondió que «sí, de hecho está registrada». También se planteó, no muy en serio, cambiar a un acento francés, pero no lo hizo por miedo a que su mujer se divorciara de él.
Hawking mantuvo esta voz durante más de 30 años. Y pese a los avances en este campo, él prefirió usar el sonido original de 1986 con unas leves alteraciones. Como aseguró en más de una ocasión, «la sigo usando porque no he escuchado otra voz que me guste más y porque me siento identificado con ella».
El deterioro físico que sufrió debido al ELA hizo que cambiara en varias ocasiones su sistema de comunicación. Hacia 2005, el nervió de su mano se deterioró y ya no podía operar el interruptor, pero uno de sus asistentes desarrolló un sistema que empleaba el movimiento de su mejilla y que iba colocado en sus gafas.
Era un dispositivo muy complejo que usaba un rayo infrarrojo de baja frecuencia para reconocer los movimientos de la mejilla, pero que funcionaba más lentamente que su anterior sistema.
Apenas podía escribir dos palabras por minuto y era muy frustrante, pues carecía de elementos tan básicos como una opción para corregir una palabra con una sola letra mal escrita o para volver atrás sin necesitar desplazarse por las teclas virtuales de la pantalla una a una.
Una colaboración especial con investigadores de Intel llevó al desarrollo de un sistema mucho más avanzado que reconocía los movimientos de sus mejillas, pero también sus expresiones faciales más complejas. Dados los avances en la predicción de texto, Hawking escribía de un modo parecido a como se teclea en un teclado virtual de móvil.
El ordenador que iba incrustado en su silla acabó siendo bastante avanzado. Además de toda la tecnología casi única y personal que había desarrollado Intel para él, navegaba por Internet usando Firefox, escribía sus ensayos en Notepad y tenía una webcam para hacer videollamadas por Skype.
Y cuando no quería hablar, Hawking podía activar el ‘mute’. Como uno de sus asistentes comentó en 2015, su ordenador tenía un botón para ‘callar’ al profesor mientras comía o se movía, pues los movimientos creaban interferencias que podían jugarla una mala pasada. En una ocasión, marcó sin quererlo varias veces la letra X, que en la pronunciación de la máquina parecía que decía «sex» (‘sexo’ en inglés) sin parar.
Viendo el perfil humorístico del astrofísico, seguro que le pareció tronchante.