Opinión

Por Carlos Duclos

Semana Santa y la casa en desorden


Por Carlos Duclos

En el marco de una inflación histórica en el país, que en marzo llegó a cerca del 5 por ciento pero que algunos analistas sostienen que es mayor, el presidente Macri intenta “resucitar” en Pascuas anunciando un paquete de medidas que resulta puramente electoral, que es un mero parche que nadie sabe si dará resultado y que procura nada más que llegar a las próximas elecciones al menos no tan deteriorado.

Alarmado por la sucesión de derrumbes que Cambiemos afronta en las elecciones provinciales, ahora el gobierno, cuya gestión en lo económico supone un rotundo fracaso, intenta no desplomarse intentando un último manotazo de “ahogado”.

A Durán Barba, severamente cuestionado ahora hasta por los mismos aliados de Cambiemos, como el gobernador de Jujuy, no le da resultado el marketing al que apeló durante la campaña y los primeros tiempos del gobierno, simplemente porque no hay propaganda que sea efectiva cuando el contexto social comprueba día a día que el producto falla y que los resultados no son los publicitados.

De poco le han servido al gobierno las campañas políticas muchas veces cuestionables y parciales de los periodistas y medios hegemónicos amigos (algunos de los cuales parecen comenzar a despegarse del lastre) y los desaguisados e insensateces de una oposición endeble y gastada.

La situación social en Argentina es “gravísima”: una clase media asfixiada con una presión tributaria y costos de servicios altísimos y mal prestados proverbiales; una capa social amplísima pobre, excluida y con chicos con dolores de panza por “hambre” (basta recorrer las zonas de emergencia y regiones de asentamientos indigentes para advertirlo) hasta  ola de narcotráfico y delincuencia que no se ha atenuado, hacen del país un estado de cosas preocupantes que simula no ser peor solo porque en Argentina, nadie sabe por qué (o sí), no hay “chalecos amarillos”.

Por el momento, solo anuncios para ver si el gobierno puede resucitar en esta Semana Santa en donde la casa, desde luego, no está en orden.