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Comunicación peligrosa

Cuando las redes sociales influyen en la salud


Una influencer de alimentación crudivegana expresó sus disculpas tras un video publicado en el cual cuenta por qué decidió realizar modificaciones en su alimentación, tras la difusión de una foto en donde se muestra comiendo alimentos no incluidos en su dieta. El hecho abrió un debate: ¿de qué manera impacta lo que se dice en las redes sobre quienes consumen esos mensajes?

“Quiero pedirles perdón”, así comienza Rawvana, una influencer de alimentación crudivegana, el video en el que explica por qué decidió introducir carnes en su dieta luego de que se haya viralizado una foto suya comiendo pescado y sus seguidores reaccionaron defenestrando su actitud. En esos 30 minutos Yovana Mendoza enumera las consecuencias del estilo de vida que vendió en sus redes sociales durante mucho tiempo: amenorrea, caída del pelo, y desbalances hormonales entre otros problemas de salud. Sin embargo, el mensaje es un pedido de “perdón” por haberle fallado a sus fans, pero no una disculpas por haberles «mentido» durante tanto tiempo.

Rawvana como otros tantos influencers que aconsejan e informan constantemente sobre diferentes “estilos de vida” saludables, rozan el instrusismo; es decir, el ejercicio de una práctica profesional sin la certificación necesaria para ello que, en las redes, se introduce en el plano de la libre circulación de la información en un mundo virtual carente de leyes que lo regulen.

Si bien este ejercicio se reproduce en todos los ámbitos, en temas relacionados a la salud, donde abundan consejos sobre dietas específicas; ejercicios rigurosos; medicamentos no tradicionales; e imágenes con caras sonrientes por los resultados de por medio, el mensaje es más delicado ya que el estereotipo vendido por cada cuenta con miles de followers no siempre se adapta y tiene los mismos efectos en las personas que están del otro lado y dan like para luego, reproducir esos hábitos.

Habituados

Según datos del Observatorio de Internet en Argentina (OIA), en nuestro país el 88% de las personas se conectan a internet todos los días durante ocho horas diarias. De ese total, el uso de las redes sociales abarca un promedio de tres horas 18 minutos. En el transcurso, los mensajes de estas personalidades pueden volverse peligrosos y atentar contra la propia salud.

Pero no es sólo un ida y vuelta entre influencers y seguidores: las marcas han sabido aprovechar este alcance para publicitar sus productos y potenciar su rentabilidad con una simple story en instagram o un post en Facebook. Lo que sucede es que muchas veces, a pesar de buscar una respuesta positiva contribuyen al círculo vicioso de un mundo vorágine donde lo que se consume tiene que ser fácil digerible para poder adaptarse al cambio imprevisto y fugaz. Y la información, como objeto de consumo, también debe aggiornarse a esta condición de liquidez.

“Hablar en redes no es lo mismo que aconsejar en una charla de café. Quien comunica interviene en la gestión de la salud pública”, aseguró y reafirmó la médica especialista en nutrición y directora de la Sociedad Argentina de Nutrición, Mónica Katz, sobre la proliferación de perfiles en redes sociales de personas que militan bajo el concepto de “ser la mejor versión de uno mismo” una alimentación, ejercicios y tratamientos físicos determinados.

Es que así como las fake news proliferan en internet en épocas de posverdad, la falta de responsabilidad en los influencers también pasa desapercibida. “En las redes pareciera que la experiencia positiva equivale a la evidencia científica”, cuestionó Katz en diálogo con BAE Negocios, al tiempo que apuntó a que estos líderes de opinión “crean la ilusión de ser perfectos cuando en realidad en la salud esas obsesiones te pueden arrastrar a una enfermedad”.

“No es una cuestión de acallar las voces disidentes. El punto está en que en las redes es muy difícil distinguir la evidencia y los alcances de esas prácticas. No hay dos voces, sino una. Los usuarios los siguen ciegamente por una identificación con esas personas que no siempre tiene que ver con el motivo del que se está hablando”, aclaró.

Que los influencers utilicen sus redes para difundir Publicidad No Tradicional (PNT) es casi una condición misma no oficial para ser nombrados como tales. Y al momento de elegir el candidato, los perfiles son tan esenciales como los posibles escenarios de impacto negativo.

Débora Carro, coordinadora de campañas a través de influencers de la agencia de comunicación Havas, aseguró que más allá de las características de las redes de esa persona se tiene en cuenta desde que el “target” de la campaña sea congruente con la audiencia del influencer elegido hasta “con qué marcas suele trabajar, con qué frecuencia, cuál es el contenido que genera y cuál es el tono con el que suelen responder sus seguidores”.

El trabajo de investigación de las agencias es vasto y en temas de salud, son conscientes de sus riesgos. “El mejor enfoque siempre lo pueden dar los especialistas”, advirtió Carro y agregó: “También es verdad que muchas marcas quieren trabajar con determinados perfiles (sean o no profesionales) y en ese caso es 100% responsabilidad nuestra recomendarles la mejor manera a comunicar, y hacer una bajada clara de esto al influencer”.

“Nosotros solemos dar un brief sobre qué decir solo a modo de referencia. Siempre va a resultar mucho más orgánico y con mejores resultados que si forzamos por completo un mensaje el cual su audiencia no espera ni está acostumbrado a recibir por parte de ese influencer”, explicó.

El objetivo de las marcas es que con un post o una story, los fieles seguidores de los personajes de las redes se enamoren de la experiencia. Si el resultado es negativo la gran mayoría de las empresas no quieren volver a trabajar con ese perfil y hasta a veces “se decide no continuar si su contenido no performa de la manera en la que se espera”.+

Otros vacíos

Por encima de la información que circula en redes hay un vacío sobre otro vacío. En Argentina no existen leyes que sancionen el intrusismo como tampoco normas que limiten lo que se comunica las diferentes plataformas. El año pasado volvió al Congreso un proyecto de ley que le quita responsabilidad a los intermediarios tecnológicos sobre los contenidos que publican los usuarios salvo cuando haya una orden judicial de intervención.

Una dieta sin carbohidratos puede no ser la mejor opción para una joven que aún cursa la secundaria, pero si el viaje de egresados está cerca y a su cuenta de Instagram preferida le funcionó el batido proteico en lugar de su almuerzo entonces, quizás seguir sus consejos sea una posibilidad para salir espléndida en las fotos. Las redes, operan de igual a igual en un terreno sin reglas donde el estímulo visual y la verosimilitud del contenido tientan a la imitación de actos para crear la misma ilusión que se consume: perfecta y peligrosa.