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Bolsonaro destituyó a su ministro de Educación


A través de su Twitter, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, anunció a este lunes la destitución de su ministro de Educación, Ricardo Vélez Rodríguez, la segunda baja de su gobierno en poco más de tres meses.

Vélez, un filósofo de origen colombiano identificado con causas ultraconservadoras, estaba en el punto de mira desde hace semanas, a raíz de una serie de polémicas que provocaron la salida de una veintena de altos funcionarios del ministerio.

Su puesto lo ocupará a partir de ahora el economista Abraham Weintraub, también profesor universitario, quien era el número dos del ministerio de la Casa Civil, una cartera clave para la coordinación de las acciones de gobierno.

«Aprovecho para agradecer al Prof. Vélez por los servicios prestados«, afirmó escuetamente Bolsonaro al final del mensaje de Twitter en el que presentaba al nuevo ministro.

El viernes, durante una encuentro con periodistas, el mandatario ultraderechista ya había avanzado que tomaría este lunes su decisión final sobre el futuro de Vélez.

En febrero, Bolsonaro relevó al Secretario General de la Presidencia y coordinador de su campaña electoral, Gustavo Bebianno, tras revelaciones de un supuesto esquema de creación de candidatos «fantasma» en el partido oficialista.

Las destituciones y renuncias en el ministerio de Educación se dieron en el marco de una pulseada entre dos sectores que según la prensa se disputan la influencia en el gobierno: el ala militar, que ocupa ocho de los 22 ministerios, y el ala «ideológica«, a la que pertenecía Vélez y que tiene entre sus representantes al canciller Ernesto Araújo.

La prensa sindica al ya exministro y a Araújo en la esfera de influencia de Olavo de Carvalho, considerado como el «gurú» del bolsonarismo, que sin embargo acusó el viernes pasado a Vélez de «comportamiento traicionero».

Los mismos medios apuntan a que el nuevo titular de Educación, Abraham Weintraub, también tendría el visto bueno de Carvalho. Vélez se vio varias veces en el ojo de la tormenta por declaraciones polémicas.

La semana pasada afirmó que los militares que gobernaron Brasil de 1964 a 1985 no dieron un golpe de Estado ni instauraron una dictadura, sino un «régimen democrático de fuerza» y que pretendía introducir «cambios progresivos» en los manuales para «rescatar una versión de la historia más amplia».

El ministro tuvo que dar marcha atrás cuando pidió en febrero que en las escuelas públicas se filmase a los niños cantando el himno nacional y reverenciando la bandera brasileña.

Y debió disculparse por afirmar que los brasileños, cuando viajan al exterior, se comportan como «caníbales» robando objetos en aviones y hoteles.