Crisanto Cardozo fue uno de los jóvenes rosarinos que participó de la guerra en Malvinas. Hace 37 años, con sólo 18, fue “apuntador de ametralladoras de 12.7 mm”. Como él mismo describió a CLG, decide no hablar de aquellos momentos de combate, porque es un hecho que “ya quedó en el pasado”. Sin embargo, hay cosas que no se borran y perduran. Hubo un instante que lo marcó y quedó registrado en una fotografía y en su memoria.
Fue el 12 de junio de 1982, “cerca de las 10 de la mañana”, en Monte Longdon. Las tropas argentinas ya habían perdido la batalla en esa zona. Durante la noche del 11 y toda la madrugada de ese día se había desarrollado uno de los combates más sangrientos, y también decisivo. Con bajas y heridos de ambos lados, los ingleses se adjudicaron la victoria de un punto estratégico, clave para la conquista definitiva de las islas.
Cardozo resultó herido en su pierna izquierda y era escoltado por británicos cuando pasó por la posición donde se encontraba Ferreyra, un soldado de provincia de Buenos Aires. Sin dudarlo, su colega lo ayudó y lo llevó durante un trayecto.
“Me cargó del brazo. No fue una distancia muy larga porque de golpe me volvieron a agarrar los ingleses y me llevaron ellos hasta la carpa de la Cruz Roja”, recordó.
En ese pequeño trecho que caminaron juntos, no cruzaron “más que alguna mirada”. Las palabras sobraban, y el agradecimiento llegó después. Eran tiempos en que la mente no se enfocaba en los gestos de los demás, sino en la supervivencia, pero quien sí notó lo que sucedía en Monte Longdon fue un fotógrafo que capturó el momento justo en que Ferreyra sostenía a su par, desconocido hasta el momento, para ayudarlo a continuar su recorrido.
La imagen fue tapa de una revista en Argentina y se convirtió en uno de los reflejos de lo que ocurría en Malvinas: ante la adversidad, el respeto y la ayuda entre los mismos soldados volvieron más fácil el sobrevivir en combate.
Pero la historia no finalizó en ese momento. Unos 27 años después, Ferreyra encontró el número de teléfono de Cardozo y lo llamó. “Hacía tiempo que me estaba buscando. Nos mantuvimos siempre en contacto desde ese día, pero nunca nos podíamos encontrar”, relató.
Hasta que en 2016, durante las Olimpíadas para Veteranos de Guerra en Malvinas que se desarrollaban en Necochea, ocurrió. Los ex soldados se reencontraron antes de un partido de fútbol y, nuevamente, ese momento quedó en una fotografía. “Fue algo bueno, muy lindo. Charlamos y volvimos a vernos las caras”, recordó el rosarino.
Como la historia de Cardozo y Ferreyra “hay muchas más”. Algunas salen a la luz y otras, simplemente quedan en la memoria de quienes lo vivieron. “Cada uno lo procesa distinto. Yo no cuento nada, pero no me molesta escuchar las anécdotas de los demás. Queda en cada uno cómo tiene presente a la guerra, porque está presente siempre”, cerró Crisanto.