CLG estuvo en el Hospital Centenario y para saber más de las funciones de los médicos dialogó con la directora del establecimiento y con la coordinadora de la guardia. Conocé cómo se trabaja
Por Gonzalo Santamaría
Cuando se piensa en salud pública es inevitable la relación temprano con los hospitales. Éstos se encargan de la atención de miles de santafesinos que no acceden a una obra social que cubra algo tan importante como la salud. En la mayoría de los casos el primer contacto con los establecimientos estatales dedicados al tema son las guardias, que se se encargan de la atención primaria, de la contención al paciente, familia y buscan desactivar las crisis agudas con las que llegan a la primera puerta que tiene el ciudadano hacia la salud pública.
CLG se acercó al Hospital Centenario para hablar con Lorena Frontini, directora del mismo, y María Carolina Ferullo, coordinadora de la guardia.
“Tiene el rol de solucionar una crisis aguda”, lanzó en primera instancia Lorena Frontini, que hace 19 años trabaja en el Hospital y supo pasar por las guardias. “También es una puerta de entrada al sistema para mucha gente”, agregó rápidamente. El trabajo realizado no sólo es de atención médica, sino que también asesoran al paciente para poder continuar con su atención particular.
Asimismo, Carolina Ferullo se pegó a su compañera: “Llegan por derivación, a través del Sies o de manera espontánea”.
La guardia del Hospital Centenario es de tercer nivel y atienden consultas especiales. Cuenta con cuatro profesionales por turno, tres jefes de adultos y un pediatra. Cada 12 horas rotan los actores y los acompañan grupos interdisciplinarios. De los tres médicos dedicados a los adultos se ubican uno en shock, otro en tránsito y el restante en consultorios y en cada turno éstos se alternan mutuamente. “Nuestra misión además de atender pacientes es que los equipos médicos funcionen y sean buenos equipos de trabajo”, explicó la Coordinadora de la guardia.
Las cientos de consultas por día son respondidas por un staff de 35 médicos entre clínicos, pediatras, neurólogos y cirujanos, además del personal de enfermería, estudiantes avanzados de medicina y los grupos interdisciplinarios como el Dispositivo de Salud Mental que suma un psicólogo, un psiquiatra y un trabajador social a la atención primaria.
Si bien las puertas están abiertas las 24 horas ambas coinciden que se visualizan picos entre las 10 y las 16 y las 20 y 2 de la mañana. “Jueves, viernes, sábado y domingo a la noche hay un tipo de pacientes no habituales, llegan con politraumas, ingestas medicamentosas o de estupefacientes”, aclaró la Directora del Hospital y sumó Carolina: “En invierno se juntan estos pacientes con los de patologías respiratorias y son noches de altas demandas”.
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Trabajar en la salud pública, y más en las guardias, tiene pormenores que muchas veces son opacados por la vorágine de la situación. “Siempre hay que estar predispuesto a hacer de más”, aseveró la Coordinadora y añadió: “El paciente que llega a un efector público siempre necesita más contención. Acá uno hace relaciones con el paciente que no las hace en otro lugar, es muy distinto el perfil de médico”.
A renglón seguido Lorena se unió a la idea y sostuvo: “Decidir trabajar en salud pública, ir tomando responsabilidades, gestionar espacios armar equipos y demás tiene que ver con un convencimiento diferente”.
En la guardia desde 2012, Carolina reconoció el “gusto” y la adrenalina “especial” por su trabajo. “No hay una situación igual a otra, cada una es un desafío”, afirmó.
En el final de la charla, Carolina Ferullo, Coordinadora de la guardia del Hospital Centenario, resumió la charla en dos simples oraciones: “En la guardia sentís que alguien te va a ayudar. Ese es el espíritu”.
El diálogo como contrapunto de la violencia
Carolina Ferullo como Coordinadora de la guardia aseguró que en materia de establecimientos estatales son el que “menos situaciones de violencia tenemos”. El diálogo es un factor fundamental para estás ocasiones. “Nunca hay que olvidar que atrás de cada paciente hay una familia que quiere saber”, explicó.
Un médico atiende y otro se encarga de la atención familiar para recabar información que pueda ayudar a la atención. “Se trabaja y es importante para el paciente y la familia ver la parte humana de los doctores”, subrayó.
En ese momento se sumó Paula Sepliarsky, Jefa del Trabajo Social del Hospital y ex integrante de la guardia, para destacar la labor en cuanto al diálogo tanto de Carolina como de Juan Pablo Trabachino, que junto a Ferullo son los coordinadores de la guardia: “Hay una espalda de los coordinadores de la guardia”.
Paula agregó: “La gente siente que el hospital es de ellos y es de ellos. Es un sentimiento real, es para ellos y no para garantizarnos a nosotros el trabajo. Nosotros trabajamos acá y tenemos una misión que tiene que ver por amor al trabajo”, mientras Carolina asentía con su cabeza.
Ferullo expuso el “conflicto” con un ejemplo real y contundente: “Transitar con el paciente la llegada de la muerte. Es una de las situaciones más difíciles para el médico también. Nos enseña a luchar por la vida. Cuando no preparamos a la familia es donde viene el conflicto. Eso no lo enseña nadie. Todo lo que uno va aprendiendo es lo que tratamos de volcar a los médicos recién recibidos”.
Sepliarsky amplió: “Tratamos de hacer con el otro lo que a uno le gustaría que le pase. Tener una buena comunicación y vivencia de ese proceso de atención, más allá del resultado”.
- ¿Cuál fue el día que nunca te vas a olvidar en la Guardia?
- Carolina Ferullo, Mat. 18.207: «Lo peor que me tocó fue un accidente en ruta 9, una familia, falleció la madre y llegaron los tres hijos y el padre. Nos ocupamos del padre y los tres nenes preguntaban por la madre. Yo recién había sido mamá y me reincorporaba a la guardia. Y me quedó eso, los tres nenes llamando a su mamá».
Las guardias de emociones
“Es importante que nuestros médicos trabajen con alegría. Que estén acá porque quieren estar”, sentenció María Carolina Ferullo y dejó en claro la prioridad de la coordinación a la hora de pensar en el recurso humano. “Que sea un orgullo trabajar para la salud pública, hay que reivindicar al médico. Siempre damos un extra y lo damos por el juramento hipocrático, porque elegimos esto, porque más allá de la remuneración hay un extra cuando uno salva una vida o un paciente le agradece”.
Carolina cree que la alegría es fundamental por eso apunta a que sus médicos “vuelvan a tener sonrisa” y así lo clarificó: “El paciente lo necesita, que el que está del otro lado sea amigable. Nunca se va a abrir si del otro lado hay uno con cara de mármol”.
“Es cuestión de humanidad”, velozmente esgrimió Paula y culminó: “Que el otro pueda hacer un chiste le saca esa cuestión de lugar sagrado”.
Además de reír también se llora en las guardias, en soledad, con sus compañeros, se llora por dentro y, como afirmó la Coordinadora de Guardia, “más de una vez se llora con el paciente y eso no te saca el profesionalismo. Gracias a la empatía que te lleva a diferentes emociones”.