Por Catherine Triomphe.
¿Aumentar los impuestos a los ricos y a las empresas para mejorar el sistema de salud o de manera más general, luchar contra la desigualdad? Durante mucho tiempo un tema tabú en Estados Unidos, la idea ahora gana terreno, alentada por el ala más izquierdista del Partido Demócrata.
En un país que encarna el espíritu empresarial y que cuenta con la mayor cantidad de multimillonarios del mundo, el tema ha estado en boca de todos estas últimas semanas.
No hay un solo candidato demócrata a las elecciones presidenciales de 2020 que no hable del tema, agitado por dos hombres sumamente ricos que están preocupados por el alza de la desigualdad: Bill Gates y Warren Buffett, segunda y tercera fortuna mundiales en la clasificación 2018 de Forbes.
El senador izquierdista de Vermont Bernie Sanders fue el primero en lanzar el asunto en las elecciones presidenciales de 2016, al defender alzas de impuestos federales para financiar la gratuidad de las universidades y una cobertura de salud para todos.
Elizabeth Warren defiende un impuesto de 2% a toda fortuna superior a 50 millones de dólares, Kirsten Gillibrand un impuesto a las transacciones financieras, Sanders un impuesto a las sucesiones para los ricos de hasta 77%: cada candidato demócrata tiene su posición.
Ocasio Cortez a la cabeza
Sin ser candidata, la flamante representante de origen puertorriqueño Alexandria Ocasio Cortez, estrella demócrata, está al frente del debate: defiende un nuevo tramo de impuestos a los ingresos por encima de los 10 millones de dólares que alcanzaría el 70%, a fin de financiar un ambicioso programa que combina más energías renovables, cobertura médica para todos y un empleo garantizado a cada estadounidense.
La trama más elevada actualmente alcanza el 37%. Una tasa de 70% sería algo nunca visto desde los años 70.
Otra prioridad de los demócratas: aumentar los impuestos a las empresas.
La discusión se encendió con la polémica en torno a la situación fiscal de Amazon, la empresa con la cual Jeff Bezos hizo fortuna.
Amazon no paga impuestos federales gracias a créditos obtenidos por sus grandes inversiones, y alimenta el debate sobre empresas que no pagan tributos pese a que obtienen beneficios.
Varios republicanos atacan las propuestas demócratas, comenzando por las de Ocasio Cortez, su peor pesadilla.
Grover Norquist, presidente del centro Americans for Tax Reform (Estadounidenses por la reforma impositiva) y cercano a los republicanos, alerta desde enero contra propuestas que tengan como blanco a los ricos, pero que terminan siempre «descendiendo para golpear» a la clase media.
Pero para Joseph Thorndike, especialista en historia de la política fiscal estadounidense, un retorno de la tendencia que empujaba los impuestos a la baja desde el fin de la Segunda Guerra Mundial es ahora posible.
«Creo que realmente está ocurriendo algo: se ha lanzado una discusión que no teníamos desde los años 60 o incluso desde los 50», dijo.
Al final de la guerra y del «New Deal» del presidente Roosevelt, los impuestos eran muy elevados, con un tramo de imposición máximo de 94%. Bajaron netamente primero en los años 60, y luego con Reagan en los 80, explicó.
En 2017, el multimillonario Donald Trump -que siempre se ha negado a difundir su declaración de impuestos- y la mayoría republicana en el Congreso aprobaron una nueva baja de los impuestos federales, pese a la oposición de los demócratas.
¿Trump catalizador?
¿Cómo fue que se invirtió el discurso?.
En gran parte, por las crecientes desigualdades, estima Thorndike.
«Las personas pueden tolerar cuando los ricos se tornan más ricos, a condición de que la clase media también se beneficie.
Pero cuando las clases media y trabajadora se estancan, esto crea tensiones sociales que son problemáticas políticamente», dijo.
Trump podría también haber tenido un efecto catalizador.
Si bien los grandes cambios en la fiscalidad estadounidense ocurrieron en tiempos de crisis -guerra o recesión grave- la presidencia de Trump «podría representar una ruptura suficiente como para desencadenar este tipo de cambio», según Thorndike.
Un sondeo realizado del 22 al 24 de febrero por el instituto Morning Consult para el sitio Politico parece confirmar el visto bueno creciente de los estadounidenses: un 74% de los electores se dicen globalmente favorables a que los ricos paguen más impuestos, y 73% a que las empresas paguen más.
Más del 90% de los electores estiman que estos impuestos adicionales deberían ser destinados a una mejora del sistema de salud o de la infraestructura.
Pero este aparente consenso, que esconde importantes disparidades entre demócratas y republicanos, debe ser interpretado con prudencia, ya que las cuestiones de impuestos son sensibles, advierten expertos.
Las medidas más eficaces son muchas veces difíciles de explicar al público, y los argumentos «anti ricos» esgrimidos por algunos demócratas podrían asustar a los electores, destaca Thorndike. .
Algo es seguro: «los responsables políticos buscan innovar y responder (a las desigualdades) con métodos no tradicionales», estima Kenneth Scheve, profesor de ciencia política de la Universidad de Stanford.
La tributación de los ricos «será un tema clave del debate en la primaria demócrata de 2020», anticipó.