«Hace unos 6000 años, un mar bastante cálido llamado querandinense invadía gran parte del territorio de la provincia de Buenos Aires y es así que este lobo marino había nadado hasta estos sitios», explicó el paleontólogo Federico Agnolin del MACN (Museo Argentino de Ciencias Naturales). Participaron de la investigación el CONICET y la Fundación Azara. El autor del estudio que fue publicado en la revista Urbania dijo que «es interesante cómo fue cambiando el clima, la topografía e incluso la geografía de la Ciudad en el transcurso de los últimos miles de años».
Agregó que «hoy en día, los restos de este mar los podemos ver en algunas excavaciones que se hacen en edificios del centro, como por ejemplo en Palermo, e incluso en la reserva ecológica de la Costanera Sur, donde en ocasiones el río remueve ese mar antiguo y reflota restos de conchillas y otros elementos».
Este lobo marino apareció en distintos momentos de este contínum que llamamos espacio-tiempo. será resguardado en el Museo Argentino de Ciencia Naturales. Relató que el primer hallazgo se produjo en el año 1898, cuando se estaba construyendo lo que iba a ser el zoológico porteño, que también sería el primer zoológico de Argentina.
“Eduardo Holmberg, quien iba a ser el primer director del zoológico, recorría las excavaciones en donde se iban a poner las piletas para cocodrilos y allí vio un huesito que apareció en una capa de arena a un par de metros de profundidad”, comentó Agnolin y terminó diciendo que «en reconocimiento a quien había sido su descubridor, Florentino Ameghino nombró a esta nueva especie como Arctocephalus holmbergi, pero poco después, se perdió el registro de donde estaban este resto fósil y este pequeño lobo marino pasó perdido más de cien años en el museo hasta este momento en que lo volvemos a encontrar y podemos hacer nuevos estudios»