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Don y disciplina, la vida en el Cirque du Soleil


Por: Belén Corvalán

El escenario es inmenso. En el medio de la planicie circular, una figura esbelta repasa la rutina con una concentración envidiable. Cada movimiento es preciso. Directo. Definido. Dotado de fuerza, pero delicado, intenso pero suave. Perfecto. El cuerpo que se desplaza alrededor del espacio, atrayendo todas las miradas externas, es el de la ucraniana Anna Stankus, protagonista del número de aros, en el espectáculo Amaluna, del Cirque du Soleil, que está de gira por la ciudad de Rosario hasta el domingo 4 de marzo.

Repite la secuencia. Corta. Perfecciona cada movimiento, y así transcurre su jornada de ensayo que le ocupa alrededor de tres o más horas por día. A la que además se le suma un riguroso entrenamiento. Sin embargo a Anna no parece sorprenderle la cantidad de horas de concentración física y mental, que le demanda realizar dicha actividad, ya que según cuenta, es mucho mayor el placer que recibe haciéndolo. “Siento que tengo un talento. Es fácil para mí, no lo siento como un trabajo, lo disfruto, me apasiona. Estoy enamorada de esto”, dice a Con la Gente, a tan solo unas horas de salir a escena y darle vida a la Reina de los Cisnes.

Amor a primera vista

A los cuatro años, cuando vivía en la Unión Soviética, su madre la envió a tomar clases de gimnasia rítmica, gratis en aquel entonces. De ahí nunca más se despegó de esta actividad que se volvió su pasión desde hace 27 años. Entrenó duro hasta llegar al techo de lo que puede aspirar una atleta de primer nivel. Hasta que se topó con el show “Alegría” del Cirque du Soleil, del que “se enamoró”. A partir de ahí se embarcó en la aventura de pertenecer a la compañía itinerante, que la llevó a compartir su destreza y arte con públicos de todo el mundo.

“Antes de este espectáculo estuve viajando por Europa, y en un momento, dije quiero tener mi casa, mi cama. Por eso compré una en Las Vegas, lo hice, y me di cuenta que quería seguir viajando”, dice a Con la Gente, a la vez que ratifica que la vida nómade que lleva, es lo que hoy elije. Aunque sin duda que no es para cualquiera, y que el costo de estar lejos de los afectos a veces es alto.

Pero Anna es fuera de serie. Ella vive en y para el circo, que reconoce que la ha llevado a conocer diferentes países, que de otro modo nunca hubiese visitado. “Para mí conocer Argentina es súper interesante y excitante, poder explorar, y tener la oportunidad de estar en este lugar”, expresa, a la vez que manifiesta lo mucho que le gustó Rosario, “me recuerda a Europa”.

Actualmente la firma cuenta con 19 compañías que rotan alrededor del mundo, algunas fijas, y otras itinerantes, como es el caso de Amaluna, en el que viaja un equipo de aproximadamente 120 personas. “Somos como una familia. Nos ayudamos mucho entre nosotros. Tratamos de estar juntos, y pasar buenos momentos. La vida es difícil, entonces tratamos de disfrutar, de otra manera no tiene sentido”, dice respecto a la convivencia con el equipo.

“Trato de mostrarle a la gente que no soy solo yo, sino que hay mucho trabajo atrás, de todos, de todo el equipo. Todos tratamos de dar lo mejor. Puede ser que sucedan errores, pero tratamos en cada función de darle a la audiencia lo mejor de nosotros”, agrega.

Amaluna en Rosario

Desde el 14 de febrero que “Amaluna” se instaló en el Autódromo de la ciudad, donde permanecerá hasta el 4 de marzo, para luego continuar rumbo hacia Buenos Aires. La compañía moviliza un total de 120 personas, entre las que 48 son artistas de 22 nacionalidades diferentes.

El despliegue de estructuras se asemeja a una mini ciudad, donde hay todo lo necesario para que los artistas se sientan cómodos, ya que las jornadas ahí dentro son largas. Hay carpa técnica, cocina, lavandería. Una carpa artística que alberga vestuario, gimnasio, y sector de quinesiología.

Y la gran carpa donde se desarrolla el espectáculo, de la que flamean tradicionalmente cuatro banderas: la del Cirque du Soleil, la de Québec (donde fue creado el circo), la de Canadá (el país de origen), y la del país que visita. Sólo para montar y desmontar las carpas se necesitan ocho días, y 85 containers para transportar todo el equipamiento.

“Amaluna” está basada en “La Tempestad”, de William Shakeaspeare. “Es una reivindicación a la mujer, y al amor en todas sus expresiones, y tiene que ver con lo terrenal”, expresa Verónica Palacios, del equipo de prensa.

Este show, a diferencia de otras producciones no cuenta con maquinaria, ni efectos especiales. “Todo sucede en vivo, y tiene que ver con las destrezas físicas de los artistas, no solo a nivel atlético, sino también a nivel musical”, expresa. Tres años llevó diagramar detalladamente los números que conforman el espectáculo en el que hoy 48 artistas le ponen el cuerpo.

Todos los movimientos van en sintonía con los sonidos musicales de una banda que toca en vivo mientras todo sucede”. Por ende, “si el artista se demora unos segundos o se adelanta, la banda tiene que acompañar”, dice.

Para que el producto final salga impecable, nada está librado al azar. Dentro del equipo, cada uno tiene su función que es clave para que todo marche sobre ruedas. “Todo está medido milimétricamente para que funcione”, concluye.